lunes, 12 de enero de 2015

ANTONIO GALA


 

Sonetos de la Zubia. Nº 55

 

Le abriste tu jardín y, conmovida,
se me instalaba el alma en sus umbrales
ante la gracia en flor de tus rosales
y ante tu flor recién amanecida.

Se extasiaba en tu sed, en la encendida
promesa de tus labios veniales,
y creyó terminados ya sus males
por virtud de tu mano bienvenida.

Tendió sus dedos a tu luz: brillaba,
se alzaba hasta tus ojos, los besaba
con la fatiga en paz de quien se entrega.

Y alegremente mi alma repetía:
“Hoy amanece azul. Hará buen día”,
mientras tu mano la dejaba ciega.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario