La
sexta voz del oro de este lago
En mi
vasta extensión de llanto y plata,
en el asalto azul de mis espadas,
en mis enardecidos bosques de agua,
en el asalto azul de mis espadas,
en mis enardecidos bosques de agua,
arteria
soy para latir su muerte.
En
las fauces del sol, jaguar de fuego,
en las alas del sol, gallo del cielo,
en las crines del sol, caballo suelto,
en las alas del sol, gallo del cielo,
en las crines del sol, caballo suelto,
antorcha
soy para alumbrar su muerte.
En el
rumbo oloroso de los lirios,
en el dulce llegar del fugitivo,
en la leche caliente de los ríos,
en el dulce llegar del fugitivo,
en la leche caliente de los ríos,
camino
soy para encontrar su muerte.
En el
polen astral de la garúa,
en el chubasco de cristal y furia,
en el claro plumaje de la lluvia,
en el chubasco de cristal y furia,
en el claro plumaje de la lluvia,
semilla
soy para sembrar su muerte.
En
los manglares de raíz descalza,
en las islas de entraña calcinada,
en el silencio blanco de las playas,
en las islas de entraña calcinada,
en el silencio blanco de las playas,
arena
soy para secar su muerte.
En el
potro de luz encabritado,
en la noche cruzada por un látigo,
en la lumbre azorada del relámpago,
en la noche cruzada por un látigo,
en la lumbre azorada del relámpago,
candela
soy para quemar su muerte.
En la
palma rasgada por el viento,
en los muñones de los troncos secos,
en el cansancio de los cocoteros,
en los muñones de los troncos secos,
en el cansancio de los cocoteros,
cogollo
soy para tejer su muerte.
En el
revuelo de las velas altas,
en el escorzo de las botavaras,
en la lenta evasión de las balandras,
en el escorzo de las botavaras,
en la lenta evasión de las balandras,
cortejo
soy para llevar su muerte.
En
los labios callados de los indios,
en la mirada de estancados siglos,
en el sediento corazón guajiro,
en la mirada de estancados siglos,
en el sediento corazón guajiro,
guarura
soy para ulular su muerte.
En el
grasiento hervor de noche y lodo,
en los oscuros sumideros torvos,
en mis pupilas turbias de petróleo,
en los oscuros sumideros torvos,
en mis pupilas turbias de petróleo,
aceite
soy para encender su muerte.
En
los motores roncos de los barcos,
en el puñal hundido en mi costado,
en el ávido arpón de los taladros,
en el puñal hundido en mi costado,
en el ávido arpón de los taladros,
palabra
soy para negar su muerte.
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