Estudios
en otoño
Piña,
coronada esmeralda.
¡Clara niña!
Manzana,
rosa-mujer-color.
Pulpa caliente de misterio y amor.
Tejocote de miel.
Amigo rural.
Pecas en la piel.
Fresas, coral camino.
Adolescentes labios del valle
tendidos al rocío.
Naranja,
risa de oro,
en cada poro un sol te danza.
Dulce tiniebla.
Negro zapote.
Labio de crema.
Lima,
verde mujer.
Los varones del viento tienen sed.
Durazno,
terciopelo dormido;
frente, caricia, olvido.
Tuna,
arquitectura de la soledad.
El desierto te dijo la verdad.
Guanábana:
rostro indígena,
carne mágica.
Membrillo, amor escolar.
Saliva dulce, sueño amarillo...
¡Para llorar!
Ciruela,
señorita que se licúa bajo la piel
cuando el aire la roza sin querer.
Higo, jardín interior.
Iris maduro
sin perfume, sin lágrima, sin flor.
Vestido colorado, ojitos negros:
la risueña pitaya.
Muchachita de pueblo.
Cereza:
noche redonda.
Honda mirada de tristeza.
Uva, tierno cristal.
Penumbra. En luz y en sombra
tus ojos dicen el mar.
Estrella granada.
Vientre de rubíes.
Tierra enamorada.
Coco, cerrado caracol.
Un viejo rostro ríe
al agua niña que mece tu interior.
Guayaba,
dama pálida.
Desesperado aroma de cantárida.
Plátano: adámico racimo, paraíso integral,
diversidad del fruto
del bien y del mal.
Pingüicas ¡alegría!
Niñas en recreo:
bailan, ríen, brincan.
Melón,
Fruto de luz, metal
en manos del sol.
Amigo de la infancia: tamarindo,
desde el árbol paterno
dicen adiós tus dedos amarillos.
¡Quince años! Pomarrosa,
fruta o flor.
No importa clima ni color.
Papaya,
hembra de las cavernas,
indefensa, sin brazos y sin piernas.
¡Capulines, capulines!
Entre el verde cuchillo de las hojas
brillan negras pupilas aborígenes.
Nuez,
laberinto de sed,
encerrado infinito que gira al revés.
Pera,
leal construcción:
negra rama, aéreo corazón.
Verde campo abierto.
Sangre a mediodía;
muere, resucita la sandía.
Mamey: tono profundo,
labio maduro,
carne del mundo.
Jícama: “chata de agua”;
un vientre de piñata —cacahuates y cañas—
te dio nombre y presencia de fruta mexicana.
Mango: grito azarcón al aire azul.
Corazón esencial.
Trópico varón.
Pitahaya: materia de la niebla.
Hidra, sueño. País de rosa y gris.
¡Acuarimántima! Poeta...
coronada esmeralda.
¡Clara niña!
Manzana,
rosa-mujer-color.
Pulpa caliente de misterio y amor.
Tejocote de miel.
Amigo rural.
Pecas en la piel.
Fresas, coral camino.
Adolescentes labios del valle
tendidos al rocío.
Naranja,
risa de oro,
en cada poro un sol te danza.
Dulce tiniebla.
Negro zapote.
Labio de crema.
Lima,
verde mujer.
Los varones del viento tienen sed.
Durazno,
terciopelo dormido;
frente, caricia, olvido.
Tuna,
arquitectura de la soledad.
El desierto te dijo la verdad.
Guanábana:
rostro indígena,
carne mágica.
Membrillo, amor escolar.
Saliva dulce, sueño amarillo...
¡Para llorar!
Ciruela,
señorita que se licúa bajo la piel
cuando el aire la roza sin querer.
Higo, jardín interior.
Iris maduro
sin perfume, sin lágrima, sin flor.
Vestido colorado, ojitos negros:
la risueña pitaya.
Muchachita de pueblo.
Cereza:
noche redonda.
Honda mirada de tristeza.
Uva, tierno cristal.
Penumbra. En luz y en sombra
tus ojos dicen el mar.
Estrella granada.
Vientre de rubíes.
Tierra enamorada.
Coco, cerrado caracol.
Un viejo rostro ríe
al agua niña que mece tu interior.
Guayaba,
dama pálida.
Desesperado aroma de cantárida.
Plátano: adámico racimo, paraíso integral,
diversidad del fruto
del bien y del mal.
Pingüicas ¡alegría!
Niñas en recreo:
bailan, ríen, brincan.
Melón,
Fruto de luz, metal
en manos del sol.
Amigo de la infancia: tamarindo,
desde el árbol paterno
dicen adiós tus dedos amarillos.
¡Quince años! Pomarrosa,
fruta o flor.
No importa clima ni color.
Papaya,
hembra de las cavernas,
indefensa, sin brazos y sin piernas.
¡Capulines, capulines!
Entre el verde cuchillo de las hojas
brillan negras pupilas aborígenes.
Nuez,
laberinto de sed,
encerrado infinito que gira al revés.
Pera,
leal construcción:
negra rama, aéreo corazón.
Verde campo abierto.
Sangre a mediodía;
muere, resucita la sandía.
Mamey: tono profundo,
labio maduro,
carne del mundo.
Jícama: “chata de agua”;
un vientre de piñata —cacahuates y cañas—
te dio nombre y presencia de fruta mexicana.
Mango: grito azarcón al aire azul.
Corazón esencial.
Trópico varón.
Pitahaya: materia de la niebla.
Hidra, sueño. País de rosa y gris.
¡Acuarimántima! Poeta...
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