viernes, 29 de mayo de 2015

IVÁN CARVAJAL


 

Si oí mi nombre

 

Si oí mi nombre fue en antigua cabala
cavando fosas nuevas para cadáveres lejanos
dejados en los puentes sin defensa

rientes mujeres escoltaron el valseo
el entierro

                            en una noche
más de una vez revolvieron las Termopilas
fugaz es el tiempo gastado en las escaramuzas
y no hay otra realidad del tiempo que no sea el instante

entre dadivosas diosecillas de puerto
abandonado a sus musitaciones
a las mutaciones de una sala baldía
de un cielo de huríes
desencantado
de una buena vez pierde las llaves de la memoria
me dije
no es de la floristería de donde llegan las rosas
no
en las pajareras desplumarán las aves

incurro en la rapiña
discurro
que tremen afuera las máquinas
entre nubes
en cadalsos
que truenen rujan pujen
impulsen sucumban
ronroneantes
mi oreja se presta a las fabulaciones
muero tal vez
tal vez me estoy muriendo en esta ciudad de provincia
a las ocho corren las aldabas
en este cuarto
con el plato de garbanzos
y el garbo
y la radio
revolotean las moscas

¡ah!
roto el encanto
maneja el alboroto a su arbitrio
y si un paso se ha de dar
que sea al acaso
bajo el acoso del azar
que el dedo se deje en la huella
no puesto en la llaga
allega la pluma de pavorreal
a la esquirla
acerca
acerca la llama
al ala de la libélula
y con triquiñuelas
has de pasar un camello
por el ojo de una aguja
o el hilo uncirá retazo a retazo
la página

roto el encanto
maneja el escarnio
y nada o poco ayuda la convicción
la metafísica te encierra en casa
la máscara te da ventajas
y qué decir
un tiempo hubo largo para el ocio
y otro que fue heroico
fatuo
y otro quizás de vino y lecho

tiempos hubo para embarcar en el cascote
aventurar recortes del mundo novedosos
un ruido de tambor
sonando en el corazón del África Negra
¡no!
un tobogán al límite
¡no!
la maldición de las viejas sabidurías
yo sólo sé que me levanto al nuevo día
con mi pereza de angelote rubicundo
ya una mañana caminaba por la ciudad de Brujas
o en otra parte vieron a estribor el humo de tabaco
de nosotros los extraños sentados a la ribera
de un gran río interiorano

eché a andar a bajar y a subir escalinatas
¡cómo están los laberintos de fáciles
de franquear!
                       y en una tienda de esquina
miré los anaqueles
                                           pero no
yo sé que nada de esa historia
viene saltando sobre estos zapatos de goma

hoy me atrae el jolgorio
de un barrio de putas
al anochecer
el grito de las lavanderas
al mediodía
entre las sábanas
¿y qué me importa aquél
que sollozaba
en medio de la estepa
por la loba que perdía sus huérfanos
en la primera ciudad?
¿acaso me levanté para andar
con cánticos de fraile y el jubón del soldad
y usurpé en la posada el lugar
del fornicador al fin arrepentido
y en la plaza una jornada del verdugo?

ahí
en ei mercado
comprando fruta
oí mi nombre
en la confusión
en vano
                   en vano
ningún rostro es cabal
en el desván será posible
sorprenderse aún
con más de un descubrimiento
de un fingimiento

a la luz del día
mudo mi linfa
enfático
por una sola vez
en el ajedrez paso de alfil a peón
de máscara a máscara
cáscara
cara que horada una mancha
de tinta

aproxima espermas
en la noche de los gatos pardos
ara en el mar y en la loza
espera del vidrio la multiplicación
de los panes
¿obrará este canto?
¿abrirá un prodigio?
prodigar hijos pródigos que no retornen a casa
prohijar a los huérfanos del carnaval
especular contra los espejos

¿oí mi nombre alguna vez?
alguna voz
¿he edificado una ciudad
escondida en las sierras?
¿llevé grandes piedras a Sagsayguamán?

al otro lado de la isla solitaria del pensamiento
graba la uña: “Francis Drake, pirata isabelino”
y en la cueva de la ensenada
guardan aún los duros camastros apoyados contra la roca
allí donde debieron dormir los fascinantes facinerosos
pero hoy para mí es un sueño espléndido
después de las chanzas y las hazañas
no la piratería sino el carraspeo
de la tristeza holgando por los pasillos

nada
nada ayuda la convicción
aleja los vericuetos de la memoria
pero avanzaremos con la hoguera
arrastrándonos por las dunas
abriendo las brumas a escopetazos
que otros polvos recogerán nuestros abrigos
otras aguas salpicadas

y que traten de pasar
clavos por aldabas aldabas
por puertas puertas
en jaurías jaurías
a cuchillo pueblos exaltados
orquestados
encaramados en sus banderas

¿oí mi nombre?

repiquetean gritos
ecos
altavoces
repiquetean
murmullos
de una mujer a mi costado
en un cuartito azul
en el barrio Aguarico
una mujer reposa a tu costado
mis gigantescos olvidos
tus muertos pasados
la miseria dantesca en
una mujer contigo
tu muerte en la pequeña ciudad provinciana
la muchedumbre afuera y el ruido
que ha abolido de una buena vez
tu nombre.

 

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