Para
quien pretenda conocer a un poeta
Es
difícil conocer el corazón de un poeta.
A primera vista resulta fácil doblegarlo por la
vanidad
ensalzarle y hasta aprenderse de memoria unas
cuantas líneas suyas.
Caminar a su lado y sostener el mar con la mirada,
hablar de ciudades irreales,
adivinar su amor y sus costumbres,
su vida cotidiana, sus odios y rencores.
Penetrar el secreto de su técnica,
llegar a sus orígenes.
Pero ¿quién, bajo lluvia, es capaz, sabe realmente
cómo es por dentro ese cuerpo tembloroso, amoroso,
maldito, blasfemo o perseguido de un poeta?
A primera vista resulta fácil doblegarlo por la
vanidad
ensalzarle y hasta aprenderse de memoria unas
cuantas líneas suyas.
Caminar a su lado y sostener el mar con la mirada,
hablar de ciudades irreales,
adivinar su amor y sus costumbres,
su vida cotidiana, sus odios y rencores.
Penetrar el secreto de su técnica,
llegar a sus orígenes.
Pero ¿quién, bajo lluvia, es capaz, sabe realmente
cómo es por dentro ese cuerpo tembloroso, amoroso,
maldito, blasfemo o perseguido de un poeta?
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