lunes, 25 de mayo de 2015

THELMA NAVA


 

Para quien pretenda conocer a un poeta

 

Es difícil conocer el corazón de un poeta.
A primera vista resulta fácil doblegarlo por la
    vanidad
ensalzarle y hasta aprenderse de memoria unas
    cuantas líneas suyas.
Caminar a su lado y sostener el mar con la mirada,
hablar de ciudades irreales,
adivinar su amor y sus costumbres,
su vida cotidiana, sus odios y rencores.
Penetrar el secreto de su técnica,
llegar a sus orígenes.

Pero ¿quién, bajo lluvia, es capaz, sabe realmente
    cómo es por dentro ese cuerpo tembloroso, amoroso,
    maldito, blasfemo o perseguido de un poeta?

 

 

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