lunes, 17 de agosto de 2015

RAFAEL ESPEJO


 

 

Madriguera

                                         Al alba, con el sol, la humareda
                       subía de la tierra como el vaho de un horno.
                                                        Carlos Martínez Rivas


Desde las mantas,
como el vaho de un horno,
sube su aliento rancio en la mañana:

huele a barro
el regusto lechoso y fermentado
de su sueño en la boca.

Con hilillo de baba
seca en la comisura de sus labios

y un sudor aceitoso surcándole la piel.
Las greñas enredadas.

(¿No desean lamerla, retozarse con ella
como serpientes entre hierbas altas?)

Así la quiero yo: hedionda,
envuelta en la placenta de los días;
presta para nacer entre mis brazos
con las primeras gotas de una luz
                                               que la persiana filtre
macerando sus ojos.

Así. Pura mujer. Sin trampas.
Pestilente. Fluvial.
Inmaculada.


De "El vino de los amantes"

 

 

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