sábado, 14 de noviembre de 2015

MARCELO DANIEL FERRER



  



Se rompió de manera irrecuperable
Y lanzó sus trozos insondables.
En sus ojos estaba el deseo
Y le obsequié la catarsis.

¿Cuánto de propio daño?
¿Cuánta fue mi carga?
¿Cuánto el arrumbe de los años
Cáusticos penando en solitario?

Se dejó ir.
Vomitó acuciantes prejuicios.
Los espetó con el viento a favor.
Tiró a mansalva; ¡para matar!
Y se hirió de muerte.
Gesticuló incoherencias del resentimiento de la razón
Y el mal humor de verse por años sin solución de continuidad
Fue un cristal roto.
Blasfemó al universo y a su dote molecular...
Pero no lloró.

Al fin, puso a cada culpable en su sitio:
A los que sesgaron sus talentos para fracasar,
A los que silenciaron sus gemidos para que no molestara más,
A los que le dieron placebos para que se dejara estar...
A todos ellos... y a uno más;
A quien no la supo amar.



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