"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 31 de diciembre de 2015
SUSANA BENET
Un
año más
la flor de Pascua, el gato.
Pero esta vez
un espacio vacío,
el aire de una ausencia.
la flor de Pascua, el gato.
Pero esta vez
un espacio vacío,
el aire de una ausencia.
JORGE LUIS BORGES
Final
de año
Ni el
pormenor simbólico
de reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos azares,
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.
de reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos azares,
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.
JON JUARISTI
San Silvestre,
1985
Otra
vez me han plantado. Ya me veo
enfangado en el güisqui solitario.
A mi edad, sin embargo, es necesario
vigilarse el riñón. Me acuesto y leo.
enfangado en el güisqui solitario.
A mi edad, sin embargo, es necesario
vigilarse el riñón. Me acuesto y leo.
Las
nocheviejas me deprimen. Creo
que las voy a borrar del calendario.
Para el muermo no habrá otro aniversario
ni ganará a mi costa el jubileo.
que las voy a borrar del calendario.
Para el muermo no habrá otro aniversario
ni ganará a mi costa el jubileo.
Vuelvo,
hasta que me pesa la cabeza,
a una lectura amena y provechosa:
La Regenta (edición de Juan Oleza).
a una lectura amena y provechosa:
La Regenta (edición de Juan Oleza).
Y me
duermo seguro de una cosa:
tampoco ganaré el año que empieza,
el concurso de tangos de Tolosa.
tampoco ganaré el año que empieza,
el concurso de tangos de Tolosa.
RUBÉN DARÍO
Año
nuevo
A las
doce de la noche, por las puertas de la gloria
y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria,
San Silvestre.
Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara,
de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión;
y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para
Salomón.
Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina,
y su capa raras piedras de una ilustre Visapur;
y colgada sobre el pecho resplandece la divina
Cruz del Sur.
Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco
donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero?
Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco
del Arquero.
A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno
el inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno
y le cubre los riñones el vellón azul del mar.
Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora;
doce aljabas cada año para él trae el rey Enero;
en la sombra se destaca la figura vencedora
del Arquero.
Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo
misterioso y fugitivo de las almas que se van,
y el ruido con que pasa por la bóveda del cielo
con sus alas membranosas el murciélago Satán.
San Silvestre, bajo el palio de un zodíaco de virtudes,
del celeste Vaticano se detiene en los umbrales
mientras himnos y motetes canta un coro de laúdes
inmortales.
Reza el santo y pontifica y al mirar que viene el barco
donde en triunfo llega Enero,
ante Dios bendice al mundo y su brazo abarca el arco
y el Arquero.
y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria,
San Silvestre.
Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara,
de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión;
y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para
Salomón.
Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina,
y su capa raras piedras de una ilustre Visapur;
y colgada sobre el pecho resplandece la divina
Cruz del Sur.
Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco
donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero?
Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco
del Arquero.
A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno
el inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno
y le cubre los riñones el vellón azul del mar.
Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora;
doce aljabas cada año para él trae el rey Enero;
en la sombra se destaca la figura vencedora
del Arquero.
Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo
misterioso y fugitivo de las almas que se van,
y el ruido con que pasa por la bóveda del cielo
con sus alas membranosas el murciélago Satán.
San Silvestre, bajo el palio de un zodíaco de virtudes,
del celeste Vaticano se detiene en los umbrales
mientras himnos y motetes canta un coro de laúdes
inmortales.
Reza el santo y pontifica y al mirar que viene el barco
donde en triunfo llega Enero,
ante Dios bendice al mundo y su brazo abarca el arco
y el Arquero.
MIGUEL D΄ORS
Oda a
la tarde del 31 de diciembre
No
sé,
pero algo tienes tú que ver conmigo,
tarde del 31 de diciembre,
retal del año que le sobra a todo el mundo.
pero algo tienes tú que ver conmigo,
tarde del 31 de diciembre,
retal del año que le sobra a todo el mundo.
No
eres más que el recuerdo de un pasado festivo
y la espera de las ilusionadas
luces del Tiempo Nuevo: paréntesis vacío
–la gente, fatigada y como ausente,
tirada en un sillón– entre dos sueños.
y la espera de las ilusionadas
luces del Tiempo Nuevo: paréntesis vacío
–la gente, fatigada y como ausente,
tirada en un sillón– entre dos sueños.
No
sé, pero estas cosas –cansancio, copas sucias
en un rincón, ese silencio inmóvil,
ese in-vivir entre un ayer resplandeciente
y la luz y la música de una vida distinta–,
de alguna forma extraña,
no sé, se me parecen a mi vida.
en un rincón, ese silencio inmóvil,
ese in-vivir entre un ayer resplandeciente
y la luz y la música de una vida distinta–,
de alguna forma extraña,
no sé, se me parecen a mi vida.
miércoles, 30 de diciembre de 2015
CARMEN BOULLOSA
XII-
Abrazo de la tierra...
Abrazo
de la tierra,
certeza de lo que el monte dice,
secreto hecho voz,
es el silencio tu aliento cuneiforme,
caligrafía de los dioses son tu olor
y tu cuerpo de amor sedientos.
certeza de lo que el monte dice,
secreto hecho voz,
es el silencio tu aliento cuneiforme,
caligrafía de los dioses son tu olor
y tu cuerpo de amor sedientos.
De: Abierta
VICENTE HUIDOBRO
Aquí estamos
Nada
está sujeto a los ojos para siempre
Nada tiene lazos de leyenda a través del murmullo
Sólo tu sombra da el destino y despierta la caverna
Tu lumbre que suspira a modo de subir
Entregándose entera en su esperanza
Como chispa confiada y como signo de su hondura
Volvamos al principio sin conclusión alguna
En virginal salida de la piel vidente
Sin suceso del día ni del año sino largo memorial
De la raíz a la más alta punta
Con los dedos crecidos por el viento
Y el terror de los anuncios obscuros regalados
Humildemente regalados como semillas a la madre
Así el barco buscado por sus aguas
Ha de reconocer los fluidos de su acento
Y será reconocido por las puertas hermanas
La idea es nacimiento y sepulcro de grandes alas
Es vuelo general es huñida de células y huesos
En árbol repentino sin recuerdo aparente
Es un río asomado a su balcón
En el ir y venir de rincones incógnitos
Entre cabezas y corazones asustados por su modo de ser
Infinito alarido por el tiempo enseñado
Con tanta muerte adentro que es cúspide de vida
Interminable océano sacrificado a la noche
Y noche sacrificada al sol que no la espera
Nada tiene lazos de leyenda a través del murmullo
Sólo tu sombra da el destino y despierta la caverna
Tu lumbre que suspira a modo de subir
Entregándose entera en su esperanza
Como chispa confiada y como signo de su hondura
Volvamos al principio sin conclusión alguna
En virginal salida de la piel vidente
Sin suceso del día ni del año sino largo memorial
De la raíz a la más alta punta
Con los dedos crecidos por el viento
Y el terror de los anuncios obscuros regalados
Humildemente regalados como semillas a la madre
Así el barco buscado por sus aguas
Ha de reconocer los fluidos de su acento
Y será reconocido por las puertas hermanas
La idea es nacimiento y sepulcro de grandes alas
Es vuelo general es huñida de células y huesos
En árbol repentino sin recuerdo aparente
Es un río asomado a su balcón
En el ir y venir de rincones incógnitos
Entre cabezas y corazones asustados por su modo de ser
Infinito alarido por el tiempo enseñado
Con tanta muerte adentro que es cúspide de vida
Interminable océano sacrificado a la noche
Y noche sacrificada al sol que no la espera
JOSÉ HIERRO
Réquiem
Manuel
del Río, natural
de España, ha fallecido el sábado
once de mayo, a consecuencia
de un accidente. Su cadáver
está tendido en D′Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
a las nueve treinta, en St. Francis.
Es una historia que comienza
con sol y piedra, y que termina
sobre una mesa, en D′Agostino,
con flores y cirios eléctricos.
Es una historia que comienza
en una orilla del Atlántico.
Continúa en un camarote
de tercera, sobre las olas
-sobre las nubes- de las tierras
sumergidas ante Platón.
Halla en América su término
con una grúa y una clínica,
con una esquela y una misa
cantada, en la iglesia St. Francis.
Al fin y al cabo, cualquier sitio
da lo mismo para morir:
el que se aroma de romero,
el tallado en piedra, o en nieve,
el empapado de petróleo.
Da lo mismo que un cuerpo se haga
piedra, petróleo, nieve, aroma.
Lo doloroso no es morir
acá o allá...
Requiem aeternam,
Manuel del Río. Sobre el mármol
en D′Agostino, pastan toros
de españa, Manuel, y las flores
(funeral de segunda, caja
que huele a abetos del invierno),
cuarenta dólares. Y han puesto
unas flores artificiales
entre las otras que arrancaron
al jardín... Liberame domine
de morte aeterna... Cuando mueran
James o Jacob verán las flores
que pagaron Giulio o Manuel...
Ahora descienden a tus cumbres
garras de águila. Dies irae.
Lo doloroso no es morir
Dies illa acá o allá,
sino sin gloria...
Tus abuelos
fecundaron la tierra toda,
la empapaban de la aventura.
Cuando caía un español
se mutilaba el universo.
Los velaban no en D′Agostino
Funeral Home, sino entre hogueras,
entre caballos y armas. Héroes
para siempre. Estatuas de rostro
borrado. Vestidos aún
sus colores de papagayo,
de poder y fantasía.
El no ha caído así. No ha muerto
por ninguna locura hermosa.
(Hace mucho que el español
muere de anónimo y cordura,
o en locuras desgarradoras
entre hermanos: cuando acuchilla
pellejos de vino, derrama
sangre fraterna). Vino un día
porque su tierra es pobre. El mundo
Liberame Domine es patria.
Y ha muerto. No fundó ciudades.
No dió su nombre a un mar. No hizo
más que morir por diecisiete
dólares (él los pensaría
en pesetas). Requiem aeternam.
Y en D′Agostino lo visitan
los polacos, los irlandeses,
los españoles, los que mueren
en el week-end.
Requiem aeternam.
Definitivamente todo
ha terminado. Su cadáver
está tendido en D′Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
por su alma.
Me he limitado
a reflejar aquí una esquela
de un periódico de New York.
Objetivamente, sin vuelo
en el verso. Objetivamente.
Un español como millones
de españoles. No he dicho a nadie
que estuve a punto de llorar.
de España, ha fallecido el sábado
once de mayo, a consecuencia
de un accidente. Su cadáver
está tendido en D′Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
a las nueve treinta, en St. Francis.
Es una historia que comienza
con sol y piedra, y que termina
sobre una mesa, en D′Agostino,
con flores y cirios eléctricos.
Es una historia que comienza
en una orilla del Atlántico.
Continúa en un camarote
de tercera, sobre las olas
-sobre las nubes- de las tierras
sumergidas ante Platón.
Halla en América su término
con una grúa y una clínica,
con una esquela y una misa
cantada, en la iglesia St. Francis.
Al fin y al cabo, cualquier sitio
da lo mismo para morir:
el que se aroma de romero,
el tallado en piedra, o en nieve,
el empapado de petróleo.
Da lo mismo que un cuerpo se haga
piedra, petróleo, nieve, aroma.
Lo doloroso no es morir
acá o allá...
Requiem aeternam,
Manuel del Río. Sobre el mármol
en D′Agostino, pastan toros
de españa, Manuel, y las flores
(funeral de segunda, caja
que huele a abetos del invierno),
cuarenta dólares. Y han puesto
unas flores artificiales
entre las otras que arrancaron
al jardín... Liberame domine
de morte aeterna... Cuando mueran
James o Jacob verán las flores
que pagaron Giulio o Manuel...
Ahora descienden a tus cumbres
garras de águila. Dies irae.
Lo doloroso no es morir
Dies illa acá o allá,
sino sin gloria...
Tus abuelos
fecundaron la tierra toda,
la empapaban de la aventura.
Cuando caía un español
se mutilaba el universo.
Los velaban no en D′Agostino
Funeral Home, sino entre hogueras,
entre caballos y armas. Héroes
para siempre. Estatuas de rostro
borrado. Vestidos aún
sus colores de papagayo,
de poder y fantasía.
El no ha caído así. No ha muerto
por ninguna locura hermosa.
(Hace mucho que el español
muere de anónimo y cordura,
o en locuras desgarradoras
entre hermanos: cuando acuchilla
pellejos de vino, derrama
sangre fraterna). Vino un día
porque su tierra es pobre. El mundo
Liberame Domine es patria.
Y ha muerto. No fundó ciudades.
No dió su nombre a un mar. No hizo
más que morir por diecisiete
dólares (él los pensaría
en pesetas). Requiem aeternam.
Y en D′Agostino lo visitan
los polacos, los irlandeses,
los españoles, los que mueren
en el week-end.
Requiem aeternam.
Definitivamente todo
ha terminado. Su cadáver
está tendido en D′Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
por su alma.
Me he limitado
a reflejar aquí una esquela
de un periódico de New York.
Objetivamente, sin vuelo
en el verso. Objetivamente.
Un español como millones
de españoles. No he dicho a nadie
que estuve a punto de llorar.
JAIME GARCÍA TERRÉS
Jarcia
Acomodo mis penas como puedo, porque voy de prisa.
Las pongo en mis bolsillos o las escondo tontamente
debajo de la piel y adentro de los huesos;
algunas, unas cuantas
quedan desparramadas en la sangre,
súbitas furias al garete, coloradas.
Todo por no tener un sitio para cada cosa;
todo por azuzar los vagos íjares del tiempo
con espuelas que no saben de calmas ni respiros.
Acomodo mis penas como puedo, porque voy de prisa.
Las pongo en mis bolsillos o las escondo tontamente
debajo de la piel y adentro de los huesos;
algunas, unas cuantas
quedan desparramadas en la sangre,
súbitas furias al garete, coloradas.
Todo por no tener un sitio para cada cosa;
todo por azuzar los vagos íjares del tiempo
con espuelas que no saben de calmas ni respiros.
ROSALIA DE CASTRO
Sed
de amores tenía, y dejaste
que la apagase en tu boca,
¡piadosa samaritana!
Y te encontraste sin honra,
ignorando que hay labios que secan
y que manchan cuanto tocan.
¡Lo ignorabas..., y ahora lo sabes!
Pero yo sé también, pecadora
compasiva, porque a veces
hay compasiones traidoras,
que si el sediento volviese
a implorar misericordia,
su sed de nuevo apagaras,
samaritana piadosa.
No volverá te lo juro;
desde que una fuente enlodan
con su pico esas aves de paso,
se van a beber a otra.
que la apagase en tu boca,
¡piadosa samaritana!
Y te encontraste sin honra,
ignorando que hay labios que secan
y que manchan cuanto tocan.
¡Lo ignorabas..., y ahora lo sabes!
Pero yo sé también, pecadora
compasiva, porque a veces
hay compasiones traidoras,
que si el sediento volviese
a implorar misericordia,
su sed de nuevo apagaras,
samaritana piadosa.
No volverá te lo juro;
desde que una fuente enlodan
con su pico esas aves de paso,
se van a beber a otra.
SARA COHEN
Una arruga
Los sueños
desdibujan el puente
entre la cabeza
y el cuerpo
Ya no hay cuello
Refuerzan un rasgo
rostro irreal
cuerpo volátil
del soñante
La orilla es aquello
que no se divisa
si no hay luna llena
Pliegue de un sueño
en el detalle
de un rostro
Olas gigantes
¿Cómo confiar
mar cambiante
en una orilla
que no se ve?
Ya no te quiero
pero te temo
Te adoro
más no confío
en ti
Los rostros hay que verlos
desde cerca
antes del despertar
mar cambiante
para ver en detalle
ese pliegue que dibuja
el sueño.
De: “Casas turbulentas”
martes, 29 de diciembre de 2015
CHARLES BUKOWSKI
La tigresa
terribles discusiones.
y, por último, acostados pacíficamente
en su larga cama
estampada
en rojo con frescos diseños de flores,
mi cabeza y vientre abajo
cabeza a los lados
bañados por opaca luz
mientras ella se baña silenciosa en la
otra habitación,
todo va más allá de mí,
como la mayoría de las cosas,
escucho la música clásica en el radiecito,
ella se baña, oigo el ruido del agua.
terribles discusiones.
y, por último, acostados pacíficamente
en su larga cama
estampada
en rojo con frescos diseños de flores,
mi cabeza y vientre abajo
cabeza a los lados
bañados por opaca luz
mientras ella se baña silenciosa en la
otra habitación,
todo va más allá de mí,
como la mayoría de las cosas,
escucho la música clásica en el radiecito,
ella se baña, oigo el ruido del agua.
CHARLES BAUDELAIRE
57.
El bello navío
Yo te quiero contar, ¡oh lánguida hechicera!
Los distintos encantos que ornan tu juventud;
Trazar deseo tu belleza
Donde, a la par, se alían infancia y madurez.
Cuando pasas, barriendo el aire con tu falda
Semejas a un bajel que enfila la bocana
Y anda balanceándose, desplegadas las velas,
Siguiendo un ritmo dulce y perezoso y lento.
Sobre tu esbelto cuello y tus anchas espaldas
Se pavonea con gracia tu altanera cabeza;
Con aire plácido y triunfal
Continúas tu camino, majestuosa niña.
Yo te quiero contar, ¡oh lánguida hechicera!
Los distintos encantos que ornan tu juventud;
Trazar deseo tu belleza
Donde, a la par, se alían infancia y madurez.
Cuando pasas, barriendo el aire con tu falda
Semejas a un bajel que enfila la bocana
Y anda balanceándose, desplegadas las velas,
Siguiendo un ritmo dulce y perezoso y lento.
Sobre tu esbelto cuello y tus anchas espaldas
Se pavonea con gracia tu altanera cabeza;
Con aire plácido y triunfal
Continúas tu camino, majestuosa niña.
Yo
te quiero contar, ¡oh lánguida hechicera!
Los distintos encantos que ornan tu juventud;
Trazar deseo tu belleza
Donde, a la par, se alían infancia y madurez.
Tu seno que se comba, oprimiendo el moaré,
Tu seno triunfante es un pulido armario
Cuyas dos jambas claras y arqueadas
Se parecen a escudos que aferrasen la luz.
¡Provocantes defensas con dos rosadas puntas!
Mueble dulce en secretos, lleno de cosas ricas:
Vinos, perfumes, néctares,
Que harían delirar mentes y corazones.
Cuando pasas, barriendo el aire con tu falda,
Semejas a un bajel que enfila la bocana
Y anda balanceándose, desplegadas las velas,
Siguiendo un ritmo dulce y perezoso y lento.
Tus piernas escultóricas, bajo airosos volantes,
Provocan y exasperan las fiebres más oscuras,
Cual dos brujas batiendo
En profunda vasija el más siniestro tósigo.
Tus brazos que anhelaran los hércules precoces,
Son los más firmes émulos de las boas deslizantes,
Pensados para asir
Como para tatuar en tu pecho a tu amante.
Sobre tu esbelto cuello y tus anchas espaldas,
Se pavonea con gracia tu cabeza altanera;
Con aire plácido y triunfal
Continúas tu camino, majestuosa niña.
Los distintos encantos que ornan tu juventud;
Trazar deseo tu belleza
Donde, a la par, se alían infancia y madurez.
Tu seno que se comba, oprimiendo el moaré,
Tu seno triunfante es un pulido armario
Cuyas dos jambas claras y arqueadas
Se parecen a escudos que aferrasen la luz.
¡Provocantes defensas con dos rosadas puntas!
Mueble dulce en secretos, lleno de cosas ricas:
Vinos, perfumes, néctares,
Que harían delirar mentes y corazones.
Cuando pasas, barriendo el aire con tu falda,
Semejas a un bajel que enfila la bocana
Y anda balanceándose, desplegadas las velas,
Siguiendo un ritmo dulce y perezoso y lento.
Tus piernas escultóricas, bajo airosos volantes,
Provocan y exasperan las fiebres más oscuras,
Cual dos brujas batiendo
En profunda vasija el más siniestro tósigo.
Tus brazos que anhelaran los hércules precoces,
Son los más firmes émulos de las boas deslizantes,
Pensados para asir
Como para tatuar en tu pecho a tu amante.
Sobre tu esbelto cuello y tus anchas espaldas,
Se pavonea con gracia tu cabeza altanera;
Con aire plácido y triunfal
Continúas tu camino, majestuosa niña.
De: Las flores del mal
(Versiones de Antonio Martínez
Sarrión)
EDUARDO CASAR
Sima
teológica
¿De
qué tamaño tendrá Dios
el
corazón?
¿Le
late a Dios, o
lo
tiene detenido?
Debe
ser más impresionante
que
la mezquita de
Casablanca
por adentro:
ya
me figuro el ventrículo izquierdo,
su
bóveda celeste tiñéndose de rosa,
las
amplias avenidas de aquellas venas cavas
y
el abismo de su aorta descendente,
o
el sonido de la válvula mitral
abriéndose
y cerrando su portazo
de
cuatrocientos chelos enfrenando al concierto.
Y
la sangre ¿ha de ser transparente?
Si
nosotros, pedestres, desplazamos
cinco
litros de sangre por minuto,
¿cuántos
desplaza Dios, si es que le late?
Si
nuestro corazón se mueve
y
toca sus tambores al margen de nuestra voluntad,
¿el
de Él ha conseguido toda su autonomía?
¿O
depende del capricho y del menor descuido?
¿Y
si no tiene Dios ni corazón ni páncreas,
ni
tejido esponjoso ni cerebro?
¿Y
si
Dios está vacío? ~
VICENTE HUIDOBRO
Allá
me esperan hasta mañana
Buen
viaje
Un poco más lejos
Termina la Tierra
Pasan los ríos bajo las barcas
La vida ha de pasar
Un poco más lejos
Termina la Tierra
Pasan los ríos bajo las barcas
La vida ha de pasar
CARMEN BOULLOSA
1. Trato de oscurecer con mi sombra la tierra del exilio, mi
tierra, ocultarme a la memoria vacía.
No tengo origen.
Formo con mis hermanas un muro inabordable.
Nos cegamos a la tierra que alarga el día de luminoso júbilo,
a sus ojos brillantes donde brotan ciruelas jugosas
y dulces, los animales cálidos y huidizos;
al día de paredes traslúcidas, de corrales abiertos y campos
poseídos por el secreto que han murmurado las semillas al abrirse
He llegado al término de mi sombra: el día tiene abiertos los
muslos y se entrega al gozo insaciable de los hombres.
2. En medio de este estruendo,
del golpeteo de las alas locas del viento sobre el llano,
del silbido deslumbrante con el que el río corteja a las plácidas nubes,
los hombres recuestan su cuerpo amoroso sobre el torso del día,
hacen de la mañana al ritmo de su cuerpo.
Y nosotras,
hechas de un material que se resiste al cortejo del tiempo,
templadas en el silencio firme,
tratamos de permanecer
aunque no tenemos casa,
aunque estamos desprovistas frente al cauce ajeno.
Nos trenzamos entre nosotras los labios con los labios:
ésta es la palabra de las tres: nuestra palabra.
(Oigo un crepitar en el fuego: los pechos de las mujeres se desprenden
del deseo como frutos maduros. Los pechos de las mujeres:
panes recién cocidos.)
tierra, ocultarme a la memoria vacía.
No tengo origen.
Formo con mis hermanas un muro inabordable.
Nos cegamos a la tierra que alarga el día de luminoso júbilo,
a sus ojos brillantes donde brotan ciruelas jugosas
y dulces, los animales cálidos y huidizos;
al día de paredes traslúcidas, de corrales abiertos y campos
poseídos por el secreto que han murmurado las semillas al abrirse
He llegado al término de mi sombra: el día tiene abiertos los
muslos y se entrega al gozo insaciable de los hombres.
2. En medio de este estruendo,
del golpeteo de las alas locas del viento sobre el llano,
del silbido deslumbrante con el que el río corteja a las plácidas nubes,
los hombres recuestan su cuerpo amoroso sobre el torso del día,
hacen de la mañana al ritmo de su cuerpo.
Y nosotras,
hechas de un material que se resiste al cortejo del tiempo,
templadas en el silencio firme,
tratamos de permanecer
aunque no tenemos casa,
aunque estamos desprovistas frente al cauce ajeno.
Nos trenzamos entre nosotras los labios con los labios:
ésta es la palabra de las tres: nuestra palabra.
(Oigo un crepitar en el fuego: los pechos de las mujeres se desprenden
del deseo como frutos maduros. Los pechos de las mujeres:
panes recién cocidos.)
lunes, 28 de diciembre de 2015
LUIS ALBERTO DE CUENCA
5.
Mal de ausencia
Desde que tú te fuiste, no sabes qué despacio
pasa el tiempo en Madrid. He visto una película
que ha terminado apenas hace un siglo. No sabes
qué lento corre el mundo sin ti, novia lejana.
Mis amigos me dicen que vuelva a ser el mismo,
que pudre el corazón tanta melancolía,
que tu ausencia no vale tanta ansiedad inútil,
que parezco un ejemplo de subliteratura.
Pero tú te has llevado mi paz en tu maleta,
los hilos del teléfono, la calle en la que vivo.
Tú has mandado a mi casa tropas ecologistas
a saquear mi alma contaminada y triste.
Y, para colmo, sigo soñando con gigantes
y contigo, desnuda, besándoles las manos.
Con dioses a caballo que destruyen Europa
y cautiva te guardan hasta que yo esté muerto.
Desde que tú te fuiste, no sabes qué despacio
pasa el tiempo en Madrid. He visto una película
que ha terminado apenas hace un siglo. No sabes
qué lento corre el mundo sin ti, novia lejana.
Mis amigos me dicen que vuelva a ser el mismo,
que pudre el corazón tanta melancolía,
que tu ausencia no vale tanta ansiedad inútil,
que parezco un ejemplo de subliteratura.
Pero tú te has llevado mi paz en tu maleta,
los hilos del teléfono, la calle en la que vivo.
Tú has mandado a mi casa tropas ecologistas
a saquear mi alma contaminada y triste.
Y, para colmo, sigo soñando con gigantes
y contigo, desnuda, besándoles las manos.
Con dioses a caballo que destruyen Europa
y cautiva te guardan hasta que yo esté muerto.
"El otro sueño"
CONCHA GARCÍA
Leve
delicadeza
No sé. Abro el buzón. Llegan
aquellas cosas mal puestas
en una silla o sobre ella.
Aturdirme de letras,
vivir tardíamente dos pasos
lo justo para intransitar lo cotidiano.
Verme en el espejo: sí, otro día.
Sí, son varios. Sí, fueron muchos.
No sé. Llegar, doblar la ropa
otear la casa, el interior de la casa,
de soslayo, y a veces de frente
sin dejar de examinarme. Es eso.
Sí es eso. La felicidad no tiene temblores
ni arquea días. Es eso. Fíjate
qué cotidiano. Qué leve delicadeza
casi a solas.
1994
No sé. Abro el buzón. Llegan
aquellas cosas mal puestas
en una silla o sobre ella.
Aturdirme de letras,
vivir tardíamente dos pasos
lo justo para intransitar lo cotidiano.
Verme en el espejo: sí, otro día.
Sí, son varios. Sí, fueron muchos.
No sé. Llegar, doblar la ropa
otear la casa, el interior de la casa,
de soslayo, y a veces de frente
sin dejar de examinarme. Es eso.
Sí es eso. La felicidad no tiene temblores
ni arquea días. Es eso. Fíjate
qué cotidiano. Qué leve delicadeza
casi a solas.
1994
De "Ayer y calles"
ENZIA VERDUCHI
Tal vez la lluvia estaba a un costado
en el borde de la ausencia,
lejos de la aterciopelada idea del reencuentro
Quizá sólo fuimos un lampo,
una mueca de arlequín
la carcajada del séquito
Esta es nuestra historia:
Una batalla librada sobre esferas de cristal
Una encrucijada de vanidades
Una emboscada del ego
CHARLES BUKOWSKI
"Enfermo"
Estar
muy enfermo y muy débil es algo
muy extraño.
Que ir desde tu cuarto al cuarto de baño
y volver te absorba toda la energía parece
una broma pero
no me produce risa.
De nuevo en la cama vuelves a pensar en la muerte
y llegas a lo mismo: cuando más te acercas
menos terrible resulta.
Tienes mucho tiempo para examinar las paredes,
y los pájaros,
en un cable telefónico cobran
mucha importancia.
Y la televisión: hombres jugando béisbol
un día tras otro.
Falta de apetito.
La comida sabe a cartón, te pone
enfermo, más que
enfermo.
Mi dulce esposa sigue insistiendo en que
coma.
"El médico, dijo..."
pobrecita mía.
Y los gatos.
Los gatos saltan a la cama y me miran.
Me miran fijamente y después
dan otro salto y se van.
Qué mundo este, piensas: comer, trabajar, follar,
morir.
Afortunadamente tengo una enfermedad contagiosa: no
hay visitas.
Me quedé en 70 Kg.
De 98 que pesaba.
Parezco de un campo de concentración.
Lo
soy.
Sin embargo soy afortunado: me deleito en la soledad, nunca voy a
extrañar la
multitud.
Podría leer grandes obras, pero las grandes obras no
me interesan.
Estoy sentado en la cama esperando que todo esto
se resuelva de una forma
u otra.
Simplemente como todos
los demás.
muy extraño.
Que ir desde tu cuarto al cuarto de baño
y volver te absorba toda la energía parece
una broma pero
no me produce risa.
De nuevo en la cama vuelves a pensar en la muerte
y llegas a lo mismo: cuando más te acercas
menos terrible resulta.
Tienes mucho tiempo para examinar las paredes,
y los pájaros,
en un cable telefónico cobran
mucha importancia.
Y la televisión: hombres jugando béisbol
un día tras otro.
Falta de apetito.
La comida sabe a cartón, te pone
enfermo, más que
enfermo.
Mi dulce esposa sigue insistiendo en que
coma.
"El médico, dijo..."
pobrecita mía.
Y los gatos.
Los gatos saltan a la cama y me miran.
Me miran fijamente y después
dan otro salto y se van.
Qué mundo este, piensas: comer, trabajar, follar,
morir.
Afortunadamente tengo una enfermedad contagiosa: no
hay visitas.
Me quedé en 70 Kg.
De 98 que pesaba.
Parezco de un campo de concentración.
Lo
soy.
Sin embargo soy afortunado: me deleito en la soledad, nunca voy a
extrañar la
multitud.
Podría leer grandes obras, pero las grandes obras no
me interesan.
Estoy sentado en la cama esperando que todo esto
se resuelva de una forma
u otra.
Simplemente como todos
los demás.
ESPERANZA ORTEGA
Me
pregunto
por qué ya no destapa
su perfume
las palabras dichosas
por qué ya no las dice
o por qué no despierta de su sueño sin nombres
a la hora en que acuden los recuerdos
por qué elige la sombra
agazapada
como una pordiosera en el último piso
la alegría
por qué ya no se asoma al mirador
camina lentamente
con esos pies
tan sucios
por qué ya no destapa
su perfume
las palabras dichosas
por qué ya no las dice
o por qué no despierta de su sueño sin nombres
a la hora en que acuden los recuerdos
por qué elige la sombra
agazapada
como una pordiosera en el último piso
la alegría
por qué ya no se asoma al mirador
camina lentamente
con esos pies
tan sucios
De "Hilo solo"
IDA VITALE
domingo, 27 de diciembre de 2015
ANDREA COTE
Atado
a la orilla
Si
supieras que afuera de la casa,
atado a la orilla del puerto quebrado,
hay un río quemante
como las aceras.
atado a la orilla del puerto quebrado,
hay un río quemante
como las aceras.
Que
cuando toca la tierra
es como un desierto al derrumbarse
y trae hierba encendida
para que ascienda por las paredes,
aunque te des a creer
que el muro perturbado por las enredaderas
es milagro de la humedad
y no de la ceniza del agua.
es como un desierto al derrumbarse
y trae hierba encendida
para que ascienda por las paredes,
aunque te des a creer
que el muro perturbado por las enredaderas
es milagro de la humedad
y no de la ceniza del agua.
Si
supieras
que el río no es de agua
y no trae barcos
ni maderos,
sólo pequeñas algas
crecidas en el pecho
de hombres dormidos.
que el río no es de agua
y no trae barcos
ni maderos,
sólo pequeñas algas
crecidas en el pecho
de hombres dormidos.
Si
supieras que ese río corre
y que es como nosotros
o como todo lo que tarde o temprano
tiene que hundirse en la tierra.
y que es como nosotros
o como todo lo que tarde o temprano
tiene que hundirse en la tierra.
Tú no
sabes,
pero yo alguna vez lo he visto
hace parte de las cosas
que cuando se están yendo
parece que se quedan.
pero yo alguna vez lo he visto
hace parte de las cosas
que cuando se están yendo
parece que se quedan.
ROSA CHACEL
Tú,
de las grietas dueña y moradora...
A
Concha Albornoz
Tú, de las grietas dueña y moradora,
émula de la víbora argentina.
Tú, que el imperio esquivas de la endrina
y huyes del orto en la bisiesta hora.
Tú, que, cual la dorada tejedora
que en oscuro rincón torva rechina,
la vid no nutres, que al crisol declina
y sí, su sangre exprimes, sorbedora.
Vas, sin mancharte, entre la turba impura
hacia el lugar donde con noble traza,
la paloma amamanta a sus hijuelos.
Yo, en tanto, mientras la sangrienta, oscura
trepadora mis muros amenaza,
piso el fantasma que arde en mis desvelos.
Tú, de las grietas dueña y moradora,
émula de la víbora argentina.
Tú, que el imperio esquivas de la endrina
y huyes del orto en la bisiesta hora.
Tú, que, cual la dorada tejedora
que en oscuro rincón torva rechina,
la vid no nutres, que al crisol declina
y sí, su sangre exprimes, sorbedora.
Vas, sin mancharte, entre la turba impura
hacia el lugar donde con noble traza,
la paloma amamanta a sus hijuelos.
Yo, en tanto, mientras la sangrienta, oscura
trepadora mis muros amenaza,
piso el fantasma que arde en mis desvelos.
ANA INÉS BONNIN
Tú
sabes
(...) Aunque me sepas, ¡mírame!
¿Y si yo no pudiera?
¿Si al buscarme,
me desmoronara. los desconociera,
¡tus ojos, ellos, sobre mí, como una brizna de calor!
y dejáramos de ser?
Ellos, sobre el mundo.
No nos importará repasar el camino,
andarlo y andarlo.
No me importará.
Ni la noche. Ni el mar que nunca duerme.
Ni ese dolor difuso de las cosas.
Ni un casi aliento imperceptible de espacios vacíos.
Ni ese tu «poco más» al que temo y abrazo
con todas mis fuerzas,
como si fuera un zumo mío que yo quisiera exprimir
para fugar en él
toda esta carne dolorosamente viva,
todo este corazón, miembro a miembro, ganado.
Porque era meta deseada y única!
Pero mi corazón está aquí, sin ellos, ¡mío!,
dándome soledad,
retorciéndose a cada muerte, a cada engaño,
queriendo engendrarse hijos que no se le mueran,
y odiándome porque se los destruyo si los nace.
se los destruyo después de haberlos amado
hasta preferir que mueran.
El sentirlos vivir es esta angustia, Señor,
esta extrañeza de mí, de los otros, del mundo,
es lo que balbuceo enajenada:
lenguaje del primer hombre que ya quiso desprenderse.
(...) Aunque me sepas, ¡mírame!
¿Y si yo no pudiera?
¿Si al buscarme,
me desmoronara. los desconociera,
¡tus ojos, ellos, sobre mí, como una brizna de calor!
y dejáramos de ser?
Ellos, sobre el mundo.
No nos importará repasar el camino,
andarlo y andarlo.
No me importará.
Ni la noche. Ni el mar que nunca duerme.
Ni ese dolor difuso de las cosas.
Ni un casi aliento imperceptible de espacios vacíos.
Ni ese tu «poco más» al que temo y abrazo
con todas mis fuerzas,
como si fuera un zumo mío que yo quisiera exprimir
para fugar en él
toda esta carne dolorosamente viva,
todo este corazón, miembro a miembro, ganado.
Porque era meta deseada y única!
Pero mi corazón está aquí, sin ellos, ¡mío!,
dándome soledad,
retorciéndose a cada muerte, a cada engaño,
queriendo engendrarse hijos que no se le mueran,
y odiándome porque se los destruyo si los nace.
se los destruyo después de haberlos amado
hasta preferir que mueran.
El sentirlos vivir es esta angustia, Señor,
esta extrañeza de mí, de los otros, del mundo,
es lo que balbuceo enajenada:
lenguaje del primer hombre que ya quiso desprenderse.
CHARLES BAUDELAIRE
104.
El sol
Por la vieja barriada, donde, de las casuchas
Las persianas ocultan las lujurias secretas
Cuando el astro cruel furiosamente hiere
La ciudad y los campos, los techos y sembrados,
Quisiera ejercitarme en mi esgrima fantástica
Husmeando en los rincones azares de la rima,
Tropezando en las sílabas, como en el empedrado,
Acaso hallando versos que hace tiempo soñé.
Ese padre nutricio, que huye de las clorosis,
En los campos despierta los versos y las rosas;
Logra que se evaporen hacia el éter las penas
Saturando de miel cerebros y colmenas.
Es el quien borra años al que lleva muletas
Y le torna festivo como las bellas mozas,
Y a las mieses ordena madurar y crecer
En la inmortal entraña que desea florecer.
Cuando, como un poeta, desciende a las ciudades,
Ennoblece la suerte de las cosas mas viles,
Y penetra cual rey, sin séquito ni pompa,
Tanto en las casas regias como en los hospitales.
Por la vieja barriada, donde, de las casuchas
Las persianas ocultan las lujurias secretas
Cuando el astro cruel furiosamente hiere
La ciudad y los campos, los techos y sembrados,
Quisiera ejercitarme en mi esgrima fantástica
Husmeando en los rincones azares de la rima,
Tropezando en las sílabas, como en el empedrado,
Acaso hallando versos que hace tiempo soñé.
Ese padre nutricio, que huye de las clorosis,
En los campos despierta los versos y las rosas;
Logra que se evaporen hacia el éter las penas
Saturando de miel cerebros y colmenas.
Es el quien borra años al que lleva muletas
Y le torna festivo como las bellas mozas,
Y a las mieses ordena madurar y crecer
En la inmortal entraña que desea florecer.
Cuando, como un poeta, desciende a las ciudades,
Ennoblece la suerte de las cosas mas viles,
Y penetra cual rey, sin séquito ni pompa,
Tanto en las casas regias como en los hospitales.
ROSALIA DE CASTRO
En los ecos del órgano, o en el rumor del viento,
en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
te adivinaba en todo, y en todo te buscaba,
sin encontrarte nunca.
Quizás después te ha hallado, te ha hallado y ha perdido
otra vez de la vida en la batalla ruda,
ya que sigue buscándote y te adivina en todo,
sin encontrarte nunca.
Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
hermosura sin nombre, pero perfecta y única.
Por eso vive triste, porque te busca siempre,
sin encontrarte nunca.
SERGIO CORDERO
El
otro poeta
Todas las cosas a
las que me entrego
se hacen ricas y a mi me dejan pobre.
Rainer Maria Rilke
se hacen ricas y a mi me dejan pobre.
Rainer Maria Rilke
Esa esclava que obsedió al orfebre
adorna la muñeca del guarura.
La última acuarela del suicida
se multiplica en el papel tapiz.
La sinfonía del niño prodigio
fue adaptada para un comercial.
Ese verso en el que concentré
años de experiencia y reflexión
es el eslogan de un vino corriente
o remata el discurso de un político.
Todo aquello a lo que me entregaba
ha quedado tan pobre como yo.
sábado, 26 de diciembre de 2015
CARMEN JODRA DAVÓ
3.
Hoy viene a verme. Él, Él en persona...
Hoy viene a verme. Él, Él en persona.
No intento resistirme, por supuesto.
Irónico y burlón, llega dispuesto
a "salvarme de lo que me obsesiona":
tal dice. Su belleza desentona
con el eterno universal denuesto
de que le han hecho objeto; aparte de esto,
me ofrece lo que nunca se perdona.
Tendiendo, en fin, el ominoso pliego,
me ha mirado con ansia tan humana
que chispean sus ojos como el fuego.
¡Un alto precio por una manzana!
Temblando igual que Él, respiro y niego,
pero no sé lo que diré mañana.
Hoy viene a verme. Él, Él en persona.
No intento resistirme, por supuesto.
Irónico y burlón, llega dispuesto
a "salvarme de lo que me obsesiona":
tal dice. Su belleza desentona
con el eterno universal denuesto
de que le han hecho objeto; aparte de esto,
me ofrece lo que nunca se perdona.
Tendiendo, en fin, el ominoso pliego,
me ha mirado con ansia tan humana
que chispean sus ojos como el fuego.
¡Un alto precio por una manzana!
Temblando igual que Él, respiro y niego,
pero no sé lo que diré mañana.
De "El ciclo satánico"
ANA MARÍA MOIX
Un
hombre triste su barco…
Un
hombre triste su barco: Alegre, ése fue Jim. Dulce conmigo, mas no risueño; qué
corazón.
Jim en el parque, y sin sombrero. Ay dios, qué miedo si es un matón. Ay dios qué pena, si un día parte como llegó.
Tiene los ojos rojos y on the sea mira como un traidor. ¿Serás payaso?, dije, y sobre el césped se revolcó. Y eso que no soy niña que con desconocidos antes hablara yo.
Cortaste lirios en las praderas y a Johnny mataste en Nueva York. Fue por amor: bailaba en Broadway Nancy Flor.
Ah, Dulce Jim qué consuelo cuando los adolescentes se enamoran y de esquina en esquina les nace en el pecho un corazón.
Dulce Jim vendrá mañana
y nos trae la ilusión.
Un amor tiene cualquiera
pero Dulce Jim, no.
Una ilusión es la quimera de su roto corazón: que, con la primavera a puerto su barco arribará y, en los parques de las ciudades, historias a las muchachas cantará: la del príncipe y la chica fea, la flor de Nancy, la habanera, y Johnny el Prometedor.
Un amor tiene cualquiera
mas Dulce Jim, jamás.
¿Si muere Jim, llorarás tú? Va preguntando a las mujeres, arrabaleras, niñeras, quinceañeras.
Parte su barco, rojo por dentro, antes de oír el sí o el no. Ya las respuestas no Je interesan. Ya nunca baila en Broadway Nancy Flor.
Es Dulce Jim un alma en pena,
mi gran amor,
es un farsante,
un caminante,
un peripuesto hablador,
un traficante de corazones,
un triste amante de Nancy Flor.
Y tiene un perro que ladra fuerte cuando regresa de madrugada al barco que fue de Johnny y de su amor.
Jim en el parque, y sin sombrero. Ay dios, qué miedo si es un matón. Ay dios qué pena, si un día parte como llegó.
Tiene los ojos rojos y on the sea mira como un traidor. ¿Serás payaso?, dije, y sobre el césped se revolcó. Y eso que no soy niña que con desconocidos antes hablara yo.
Cortaste lirios en las praderas y a Johnny mataste en Nueva York. Fue por amor: bailaba en Broadway Nancy Flor.
Ah, Dulce Jim qué consuelo cuando los adolescentes se enamoran y de esquina en esquina les nace en el pecho un corazón.
Dulce Jim vendrá mañana
y nos trae la ilusión.
Un amor tiene cualquiera
pero Dulce Jim, no.
Una ilusión es la quimera de su roto corazón: que, con la primavera a puerto su barco arribará y, en los parques de las ciudades, historias a las muchachas cantará: la del príncipe y la chica fea, la flor de Nancy, la habanera, y Johnny el Prometedor.
Un amor tiene cualquiera
mas Dulce Jim, jamás.
¿Si muere Jim, llorarás tú? Va preguntando a las mujeres, arrabaleras, niñeras, quinceañeras.
Parte su barco, rojo por dentro, antes de oír el sí o el no. Ya las respuestas no Je interesan. Ya nunca baila en Broadway Nancy Flor.
Es Dulce Jim un alma en pena,
mi gran amor,
es un farsante,
un caminante,
un peripuesto hablador,
un traficante de corazones,
un triste amante de Nancy Flor.
Y tiene un perro que ladra fuerte cuando regresa de madrugada al barco que fue de Johnny y de su amor.
LUIS ALBERTO DE CUENCA
1. El
campesino y la princesa
Embrujado
jardín.
En un estanque,
desnuda,
te recojo.
Me parece que tengo entre los brazos
otro jardín.
En un estanque,
desnuda,
te recojo.
Me parece que tengo entre los brazos
otro jardín.
De "Scholia"
CONCHA GARCÍA
Recuerdo
después del diluvio
Maldijo un cayado, ¡qué tonta!
por eso yo la tuve temblando
cinco noches. Sólo eso. Cinco
vómitos muy continuados,
a medida que la luz repetía
esa osadía esclarecedora.
Me conmovió tanta escalera,
tanto peldaño.
Y sus tacones.
Maldijo un cayado, ¡qué tonta!
por eso yo la tuve temblando
cinco noches. Sólo eso. Cinco
vómitos muy continuados,
a medida que la luz repetía
esa osadía esclarecedora.
Me conmovió tanta escalera,
tanto peldaño.
Y sus tacones.
1987
De "Otra ley"
viernes, 25 de diciembre de 2015
SERGIO GARCÍA
5
Como si
fueran olas de mar
Rizadas
por el viento
Las sabanas
blancas de tu cama
Delatan
tu amorosa entrega.
BLANCA CASTELLON
Más
sobre mi perro
Kafu
se parece tanto a mí que
cuando muera tendré que disecarlo
para que lo entierren a mi lado
si es que muere antes que yo
tiene mas o menos mi edad
pisa la zona fronteriza que
separa la adultez de la vejez
como poeta que se cree
es un glotón de la belleza
eso lo distingue del resto
de los animales con cola
y hay que ver como la mueve
-en eso si me gana-
cuando regreso de algún viaje
hace gala de su ritmo
y a pesar de ser inglés se contonea
como el mejor costeño
es tan goloso que no queda satisfecho
con el orden de las estaciones
si llueve llora
si hace calor tiembla de rabia
las puestas de sol y
las auroras boreales
solo consiguen aumentar
su adicción a la hermosura
así es mi amigo siempre
tomando por asalto
el lugar que supone merecer:
la silla frente al escritorio donde escribo.
cuando muera tendré que disecarlo
para que lo entierren a mi lado
si es que muere antes que yo
tiene mas o menos mi edad
pisa la zona fronteriza que
separa la adultez de la vejez
como poeta que se cree
es un glotón de la belleza
eso lo distingue del resto
de los animales con cola
y hay que ver como la mueve
-en eso si me gana-
cuando regreso de algún viaje
hace gala de su ritmo
y a pesar de ser inglés se contonea
como el mejor costeño
es tan goloso que no queda satisfecho
con el orden de las estaciones
si llueve llora
si hace calor tiembla de rabia
las puestas de sol y
las auroras boreales
solo consiguen aumentar
su adicción a la hermosura
así es mi amigo siempre
tomando por asalto
el lugar que supone merecer:
la silla frente al escritorio donde escribo.
ANDREA COTE
La
merienda
También
acuérdate María
de las cuatro de la tarde
en nuestro puerto calcinado.
Nuestro puerto
que era más bien una hoguera encallada
o un yermo
o un relámpago.
de las cuatro de la tarde
en nuestro puerto calcinado.
Nuestro puerto
que era más bien una hoguera encallada
o un yermo
o un relámpago.
Acuérdate
del suelo encendido,
de nosotros rascando el lomo de la tierra
como para desenterrar el verde prado.
de nosotros rascando el lomo de la tierra
como para desenterrar el verde prado.
El
solar en donde repartían la merienda,
nuestro plato rebosante de cebollas
que para nosotros salaba mi madre,
que para nosotros pescaba mi padre.
nuestro plato rebosante de cebollas
que para nosotros salaba mi madre,
que para nosotros pescaba mi padre.
Pero
a pesar de todo,
tu lo sabes,
habríamos querido convidar a Dios
para que presidiera nuestra mesa,
a Dios pero sin verbo
sin prodigio
y sólo para que tú supieras,
María,
que Dios está en todas partes
y también en tu plato de cebollas,
aunque te haga llorar.
tu lo sabes,
habríamos querido convidar a Dios
para que presidiera nuestra mesa,
a Dios pero sin verbo
sin prodigio
y sólo para que tú supieras,
María,
que Dios está en todas partes
y también en tu plato de cebollas,
aunque te haga llorar.
Pero
sobre todo, María,
acuérdate de mí y de la herida,
de antes de que pastaran mis manos
en el trigal de las cebollas
para hacer de nuestro pan
el hambre de todos nuestros días
y para que ahora,
que tú ya no te acuerdas
y que la mala semilla alimenta el trigal de lo
desaparecido
yo te descubra, María,
que no es tu culpa
ni es culpa de tu olvido,
que es este el tiempo
y este su quehacer.
acuérdate de mí y de la herida,
de antes de que pastaran mis manos
en el trigal de las cebollas
para hacer de nuestro pan
el hambre de todos nuestros días
y para que ahora,
que tú ya no te acuerdas
y que la mala semilla alimenta el trigal de lo
desaparecido
yo te descubra, María,
que no es tu culpa
ni es culpa de tu olvido,
que es este el tiempo
y este su quehacer.
Del libro “La Merienda”
ROSA CHACEL
Apolo
Habitante de los anchos portales
donde el laurel de la sombra oculta el arpa de la araña,
donde las losas académicas,
donde las arcas y las llaves mudas,
donde el papel caído
recubre el polvo de frágil terciopelo.
¡El silencio dictado por tu mano,
la línea entre tus labios sostenida,
tu suprema nariz exhalando un aliento
como brisa en las praderas,
por gemelas vertientes recorriendo los valles de tu pecho,
y en torno a tus tobillos un espacio
pálido como el alba!
¡Eterna, eternamente un universo a imagen tuya!
Con la frente a la altura de tu plinto,
viniendo de aritméticas vacías como claustros,
de cielos oprimidos como flor entre páginas,
¡eternamente! dije, y desde entonces,
¡eternamente! digo.
Beso a mi voz, que expresa tu mandato,
la suelto y voy hacia ti, como paloma
obediente en su vuelo,
libre en la jaula de tu ley.
El trazo de tu norma, en el basalto
de mi inocencia oscura,
el paso de tu flecha ¡para siempre!
Y hasta el fin tu soberbia.
Sobre mí, solo eterno
tu mandato de luz, Verdad y Forma.
Habitante de los anchos portales
donde el laurel de la sombra oculta el arpa de la araña,
donde las losas académicas,
donde las arcas y las llaves mudas,
donde el papel caído
recubre el polvo de frágil terciopelo.
¡El silencio dictado por tu mano,
la línea entre tus labios sostenida,
tu suprema nariz exhalando un aliento
como brisa en las praderas,
por gemelas vertientes recorriendo los valles de tu pecho,
y en torno a tus tobillos un espacio
pálido como el alba!
¡Eterna, eternamente un universo a imagen tuya!
Con la frente a la altura de tu plinto,
viniendo de aritméticas vacías como claustros,
de cielos oprimidos como flor entre páginas,
¡eternamente! dije, y desde entonces,
¡eternamente! digo.
Beso a mi voz, que expresa tu mandato,
la suelto y voy hacia ti, como paloma
obediente en su vuelo,
libre en la jaula de tu ley.
El trazo de tu norma, en el basalto
de mi inocencia oscura,
el paso de tu flecha ¡para siempre!
Y hasta el fin tu soberbia.
Sobre mí, solo eterno
tu mandato de luz, Verdad y Forma.
CARMEN JODRA DAVÓ
5.
Cuando una tiene sangre de ramera...
Cuando una tiene sangre de ramera,
brutal desprecio hacia la mayoría,
tendencia a decir no a todo consejo
e inclinación al mal por el mal mismo,
no podría ser casta aunque quisiera,
integrarse en la masa no podría,
y sin conseguir nada se hará viejo
quien intente apartarla del abismo.
Pero además ocurre
que ella no pondrá nada de su parte.
Ya tiene, y hace, y es, lo que prefiere;
pensar siquiera en la virtud aburre
a quien ha hecho del vicio todo un arte,
y ni encuentra salida, ni la quiere.
Cuando una tiene sangre de ramera,
brutal desprecio hacia la mayoría,
tendencia a decir no a todo consejo
e inclinación al mal por el mal mismo,
no podría ser casta aunque quisiera,
integrarse en la masa no podría,
y sin conseguir nada se hará viejo
quien intente apartarla del abismo.
Pero además ocurre
que ella no pondrá nada de su parte.
Ya tiene, y hace, y es, lo que prefiere;
pensar siquiera en la virtud aburre
a quien ha hecho del vicio todo un arte,
y ni encuentra salida, ni la quiere.
De "El ciclo satánico"
ANA INÉS BONNIN
Tú
venías
Tú venías.
Sobre un mar infinito de lumbre venias soñando.
Y en tus ojos, despierta, venia la flor en su nieve.
Tantos pájaros eran contigo, que arpegios gozosos
imantaron la seca llanura, ¡y todo fue vuelo!
Fue en el aire canción de azucena tejiendo su encaje.
Fue una danza de luz en espigas fervientes, despacio.
Fue clamor de rocíos abiertos a grávidas lunas
que soñaban tu aurora imposible, tu ansiado rescoldo.
Pude verte, sin ti, junto al eco de aquella «fontana»,
tu «bendita ilusión» abrazándote ya sin huida.
¡Pude verte!
Qué umbral te retrajo de mí? ¡Qué desiertos
sobre el mundo mis ojos, poetas! Y, oí tu mirada.
La escuché, derrotando caminos, abriéndome cauces
donde ardía la gota de agua, minúscula, y firme,
donde todo, la tierra y el cielo, mi nombre y tu mano,
era, ¡y eran! por ser con ternura de rosa y de nieve.
Uno a uno se alzaron los nidos.
¡Uno a uno! ¡Qué amor en tus ojos, poeta, qué amor!
¡Cuántos pájaros eran volándote!
Y venías.
Sobre un mar infinito de lumbre venías soñando.
Tú venías.
Sobre un mar infinito de lumbre venias soñando.
Y en tus ojos, despierta, venia la flor en su nieve.
Tantos pájaros eran contigo, que arpegios gozosos
imantaron la seca llanura, ¡y todo fue vuelo!
Fue en el aire canción de azucena tejiendo su encaje.
Fue una danza de luz en espigas fervientes, despacio.
Fue clamor de rocíos abiertos a grávidas lunas
que soñaban tu aurora imposible, tu ansiado rescoldo.
Pude verte, sin ti, junto al eco de aquella «fontana»,
tu «bendita ilusión» abrazándote ya sin huida.
¡Pude verte!
Qué umbral te retrajo de mí? ¡Qué desiertos
sobre el mundo mis ojos, poetas! Y, oí tu mirada.
La escuché, derrotando caminos, abriéndome cauces
donde ardía la gota de agua, minúscula, y firme,
donde todo, la tierra y el cielo, mi nombre y tu mano,
era, ¡y eran! por ser con ternura de rosa y de nieve.
Uno a uno se alzaron los nidos.
¡Uno a uno! ¡Qué amor en tus ojos, poeta, qué amor!
¡Cuántos pájaros eran volándote!
Y venías.
Sobre un mar infinito de lumbre venías soñando.
jueves, 24 de diciembre de 2015
FERNANDO PESSOA
Navidad
Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad
Que no ha venido ni se ha ido: un cambio de Error.
Tenemos ahora otra Eternidad,
Y siempre lo pasado fué mejor.
Ciega, la ciencia trabaja en el inútil suelo
Loca, la Fé vive el sueño de su culto.
Un nuevo Dios es una palabra -o un nuevo sonido
No busques ni tampoco creas: todo está oculto.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad
Que no ha venido ni se ha ido: un cambio de Error.
Tenemos ahora otra Eternidad,
Y siempre lo pasado fué mejor.
Ciega, la ciencia trabaja en el inútil suelo
Loca, la Fé vive el sueño de su culto.
Un nuevo Dios es una palabra -o un nuevo sonido
No busques ni tampoco creas: todo está oculto.
Versión de Rafael Díaz Borbón
CÉSAR VALLEJO
Al
callar la orquesta, pasean veladas
sombras femeninas bajo los ramajes,
por cuya hojarasca se filtran heladas
quimeras de luna, pálidos celajes.
sombras femeninas bajo los ramajes,
por cuya hojarasca se filtran heladas
quimeras de luna, pálidos celajes.
Hay
labios que lloran arias olvidadas,
grandes lirios fingen los ebúrneos trajes.
Charlas y sonrisas en locas bandadas
perfuman de seda los rudos boscajes.
grandes lirios fingen los ebúrneos trajes.
Charlas y sonrisas en locas bandadas
perfuman de seda los rudos boscajes.
Espero
que ría la luz de tu vuelta;
y en la epifanía de tu forma esbelta,
cantará la fiesta en oro mayor.
y en la epifanía de tu forma esbelta,
cantará la fiesta en oro mayor.
Balarán
mis versos en tu predio entonces,
canturreando en todos sus místicos bronces
que ha nacido el niño-Jesús de tu amor.
canturreando en todos sus místicos bronces
que ha nacido el niño-Jesús de tu amor.
JOSÉ HIERRO
Villancico
en Central Park
Vistió
la noche, copo a copo,
pluma a pluma,
lo que fue llama y oro,
cota de malla del guerrero otoño
y ahora es reino de la blancura.
¿Qué hago yo, profanando, pisando
tan fragilísimo plumaje?
Y arranco con mis pamnos
un puñado, un pichón de nieve,
y con amor, y con delicadeza y con ternura
lo acaricio, lo acuno, lo protejo.
Para que no llore de frío.
pluma a pluma,
lo que fue llama y oro,
cota de malla del guerrero otoño
y ahora es reino de la blancura.
¿Qué hago yo, profanando, pisando
tan fragilísimo plumaje?
Y arranco con mis pamnos
un puñado, un pichón de nieve,
y con amor, y con delicadeza y con ternura
lo acaricio, lo acuno, lo protejo.
Para que no llore de frío.
VICENTE HUIDOBRO
Alerta
Media
noche
En el jardín
Cada sombra es un arroyo
Aquel ruido que se acerca no es un coche
Sobre el cielo de París
Otto Von Zeppelín
Las sirenas cantan
Entre las olas negras
Y este clarín que llama ahora
No es un clarín de la Victoria
Cien aeroplanos
Vuelan en torno de la luna
Apaga Tu Pipa
Los obuses estallan como rosas maduras
Y las bombas agujerean los días
Canciones cortadas
Tiemblan entre las ramas
El viento cortisona las calles
Como Apagar La Estrella Del Estanque.
En el jardín
Cada sombra es un arroyo
Aquel ruido que se acerca no es un coche
Sobre el cielo de París
Otto Von Zeppelín
Las sirenas cantan
Entre las olas negras
Y este clarín que llama ahora
No es un clarín de la Victoria
Cien aeroplanos
Vuelan en torno de la luna
Apaga Tu Pipa
Los obuses estallan como rosas maduras
Y las bombas agujerean los días
Canciones cortadas
Tiemblan entre las ramas
El viento cortisona las calles
Como Apagar La Estrella Del Estanque.
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