sábado, 19 de noviembre de 2016

ÁLVARO LUQUÍN




9



Pues sí, Kristeva, fui abyecto
pero aquella mosca andaba echando cabras
por eso la machaqué.

Fue en público y, lo acepto, repugnante.

¿Qué más hacía? Agonizaba, temblaba odiosa
y todavía quiso dejarme en custodia
sus últimas larvas.


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