Recuerdas la ciudad
cuando incendiábamos la arena a besos
y yo era huérfana de tus manos
gritando más y más fuego
para olvidar el tiempo marchito
y tú ofrecías toda la leña de tu cuerpo
por el frío invierno que nos había confundido...
Creíamos que no era posible tanto fuego
y aquella noche yo descubrí el Universo
en tus ojos, habitaban dos estrellas, dos estrellas.
Recuerdas que sembramos estrellas en las playas
en los barrancos, en los palmerales
y que decidiste ser el jardinero fiel de Gaia
y yo prometí aprender el nombre de todas las Galaxias
el nombre de todas las flores para regalártelas.
Recuerdas que el tiempo intentó separarnos
pero tú eres invencible, eres el trigo maduro,
la paz en mis calles, eres la tierra prometida...
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