lunes, 8 de mayo de 2017

BAUDELIO CAMARILLO




Ciudad en ruinas



He de contar ahora que existió una ciudad
con avenidas, con torres,
con relojes.
La sola brisa hacía repicar campanas
y los maitines agujereando el sueño,
despertando al sonámbulo,
indicaban la hora de dar gracias al dios
benevolente.

El tiempo no corría: danzaba.
Cada minuto caía como diamante en el espejo
donde el agua se movía tornasolada
por la aurora.

Esa era mi ciudad.
Ese mi canto.
Ahí los nobles corazones me sitiaban
y aprendí a dar frutos con alas de libélula
que escapaban en todas direcciones.

Algo pasó después.
Cayeron las campanas,
los relojes,
las avenidas se cubrieron de musgo
y he aquí que ahora, mientras duermo,
es mi sombra la que busca alimento
lamiendo el frío reflejo de unos cristales
rotos.


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