Cuarto de hotel
Las sábanas como olas suspendidas.
El ropero es un alto promontorio,
los espejos varados en la bruma,
y el viento
con sus varas golpeando los cristales.
*
Tómame el corazón
que se rebela en mi costado;
bésame el lado izquierdo que me duele
y déjame que te cubra
con mi uniforme de soldado.
Antes que me calara la mochila
con su peso de niño,
como aquel vietnamés desesperado
con su crío a la espalda;
antes que por mi pecho
redoblara un tambor acuartelado,
yo tenía unos ojos
que en el frente he olvidado.
Deja que con mi mano
cubra tu sexo alborotado.
Si he mordido
la granada de mano
y en la noche que albea
coronada de aviones
he quemado la aldea,
bórrame con tus labios
este horror de astillas
que me rodea.
Voy a tenderme
sobre tu cuerpo
que sabe a tierra
y sentir que me llevas
como herido de guerra.
*
El pan de nuestra mesa,
la cuchara y el plato,
las migajas que manchan el mantel,
invierno de almidón para las moscas,
la lámpara y sus luces,
vuelo de avión entre los vasos,
el vino de la cena
que se atigra en el cuerpo.
Esta noche anda suelto
el caballo de vidrio del insomnio.
Mi familia descansa,
mis hijos se han dormido;
los hombres
cantan en la casa contigua
donde existe una fragua
y cintilan sus voces,
desde un árbol de estaño.
Muy lejos de nosotros
en Vietnam, cien mil flores de cristal
anuncian ya la primavera.
*
Viene hasta Vietnam la primavera.
Vanadio entre la niebla
para las flautas y las joyas;
vanadio
para labrar la tierra.
Una mujer
con ácido en los ojos
con astillas de sol en los cabellos,
busca entre los escombros:
¿Quién restituirá
la bestia recental
que agoniza en el patio?
¿Quién restituirá
su casa y su bandera
de siemprevivas en el muro?
¿Quién restituirá
la golondrina del amor
que desbandó la guerra?
Bajo la tierra
canta el corazón de un niño.
Que responda en Vietnam la primavera.
De: Poema del
veterano de guerra
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