El arca
La tormenta primaveral ha trastornado
la sombrilla del sauce;
bajo el torbellino de abril
se ha enredado en el huerto el vellocino de oro
que oculta a mis muertos,
mis fieles perros, mis ancianas
sirvientas –a quienes, desde entonces,
(cuando el sauce era rubio y le arrancaba
los rizos con mi honda) han caído,
vivos, en la trampa. La tempestad
los reunirá, de seguro, bajo el techo
de antes, pero lejos, muy lejos
de esta tierra fulgurante, donde
hierven cal y sangre bajo la huella
del pie humano. Humea el cucharón
en la cocina, su ronda de reflejos
reúne caras huesosas, hocicos aguzados
y al fondo los protege la magnolia
si un soplo allí la arroja. La tormenta
primaveral inquieta mi arca
con un ladrido fiel, oh perdidos.
la sombrilla del sauce;
bajo el torbellino de abril
se ha enredado en el huerto el vellocino de oro
que oculta a mis muertos,
mis fieles perros, mis ancianas
sirvientas –a quienes, desde entonces,
(cuando el sauce era rubio y le arrancaba
los rizos con mi honda) han caído,
vivos, en la trampa. La tempestad
los reunirá, de seguro, bajo el techo
de antes, pero lejos, muy lejos
de esta tierra fulgurante, donde
hierven cal y sangre bajo la huella
del pie humano. Humea el cucharón
en la cocina, su ronda de reflejos
reúne caras huesosas, hocicos aguzados
y al fondo los protege la magnolia
si un soplo allí la arroja. La tormenta
primaveral inquieta mi arca
con un ladrido fiel, oh perdidos.
De: “La tormenta
y lo demás”
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