Corazón de obsidiana
A Sergio Magaña que
vive
y muere esta
ciudad.
Amo
esta piedra dura
herméticamente cerrada
esculpida a semejanza suya
suave
con su mirada de perro sin dueño
abandonado
Amo su sencillez
su manera de estar
como si nada
su sitio en la tierra
(su manera de ser y estar)
Amo esta piedra
su asombro eterno
sus miles de ojos clandestinos
su forma de edificar una ciudad
(como ninguna)
y otra ciudad
(también como ninguna)
Amo su corazón de obsidiana
su dialéctica
de la eternidad
Amo su tristeza de siglos
(que es la nuestra)
su reunión de imágenes ciegas
(que es la nuestra)
su canto desollado
(que es el nuestro)
su manera de reproducirse
quién sabe cómo
De esta piedra
amo
los siglos que sobrevuelan en su entorno
los vientos milenarios
que la mecen
en su lecho terrestre
el cielo y el infierno
que la nombran
De esta piedra lo amo todo
sus ojos ciegos su voz rocallosa
su cuerpo inmóvil
su peso solidario
su espíritu petrificado
su juventud
su ancianidad
La amo
pese al dolor
sangre y muerte que guarda
en sus nostálgicas entrañas
Ella sobrevivirá
a todas las catástrofes
que la mano —la diestra—
de Dios
inventa cada día
Y por sobre todas las cosas
amo
su corazón de obsidiana
que es contrapunto
el incendiario corazón
de México
herméticamente cerrada
esculpida a semejanza suya
suave
con su mirada de perro sin dueño
abandonado
Amo su sencillez
su manera de estar
como si nada
su sitio en la tierra
(su manera de ser y estar)
Amo esta piedra
su asombro eterno
sus miles de ojos clandestinos
su forma de edificar una ciudad
(como ninguna)
y otra ciudad
(también como ninguna)
Amo su corazón de obsidiana
su dialéctica
de la eternidad
Amo su tristeza de siglos
(que es la nuestra)
su reunión de imágenes ciegas
(que es la nuestra)
su canto desollado
(que es el nuestro)
su manera de reproducirse
quién sabe cómo
De esta piedra
amo
los siglos que sobrevuelan en su entorno
los vientos milenarios
que la mecen
en su lecho terrestre
el cielo y el infierno
que la nombran
De esta piedra lo amo todo
sus ojos ciegos su voz rocallosa
su cuerpo inmóvil
su peso solidario
su espíritu petrificado
su juventud
su ancianidad
La amo
pese al dolor
sangre y muerte que guarda
en sus nostálgicas entrañas
Ella sobrevivirá
a todas las catástrofes
que la mano —la diestra—
de Dios
inventa cada día
Y por sobre todas las cosas
amo
su corazón de obsidiana
que es contrapunto
el incendiario corazón
de México
De: “Retrato a lápiz”
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