domingo, 30 de julio de 2017

SERGIO EDUARDO CRUZ FLORES

  


Principio



Escucho la música de Berlioz como un vidrio roto
en que ningún hálito de sonido
trasciende
las partículas ínfimas
de despertar.

Escucho la música de Berlioz como un gusano
que rodea la sagrada piel frágil, tersa
de una manzana verde
y, tomando fuerza,
la penetra.

Escucho la música de Berlioz como un sitio
de taxis a la una de la mañana
hacia el cual camino
un poco ebrio, lentamente,
pensando navegar
de mi boca al sueño
y fugarme hacia la nada que regresa.



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