Cansado de repetirse
El mar
avanza como un presentimiento
está
cansado de repetirse en una misma marcha
de ser
él mismo la fatiga y el camino
la voz
y el eco
de
llevar a sus espaldas las garzas del deseo
de
amanecer joven y anochecer con una vejez imperdonable
de
resucitar tantas veces hasta caer en el escepticismo.
El mar
está harto de la impostada sabiduría del paisaje
que
prefiere hundirse en su melancólico traje de ermitaño
y dejar
que las palabras huyan de su boca como el sueño de
la
vigilia.
Tan
agobiado de luz y de escandalosas tempestades
que ha
decidido dejarse morir para ver
si
alguien se compadece de sus huesos en la orilla.
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