víctimas
de su propia daga
mis
muertos vuelven devorados
no
escucho sus corceles
tras el
sueño de la lumbre
no me
tocaron sus musas
nadie
ha venido
– sea
Catulo o Bojórquez –
a
preguntar por mis ojos
del
tiempo en mis ojos como un relámpago
donde
Calíope se congrega y ensancha
después
de todo
una
muchacha vale más que un verso.
De “Memorias del cuerpo”
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