Delitos contra la salud
Festín o circunstancia
Como
hace varios años que no logro dormirme,
me
convertí en la noche que conocí en los libros.
Largos
tramos de luna sobre rocas pulidas
y
afluentes que se engastan en caracteres chinos.
La
mirada de Uther en el talle de Igraine
profetizándole
la muerte al duque de Cornualles–
y con
ello vergüenza, guerra y blasones, triacas
de
láudano que anieblan el insomnio.
Vino
ático, cerveza nórdica,
vestimentas
ganadas en un juego de azar.
Música
de laúd, ángeles en el sueño,
sobrecitos
de droga debajo de la mesa
que van
de mano en mano.
Amanece
y estoy muerto.
Me
llevan por las calles como a una zalea,
enturbio
los palacios, me duele la cabeza,
estoy
gordo de miedo.
Cuando
vuelve la noche vuelven mis pesadillas
y me
siento feliz:
siluetas
homicidas en espera del rey,
túneles
que unen cárceles y mares,
codornices
rellenas, sexo oral
en los
baños del banquete,
Salomé
y la cabeza de San Juan.
Frisos
de plomo que envilecen las tertulias
de la
mente. Fecunda periferia,
suicida
rosa mística, núbil oscuridad.
Festín
o
circunstancia.
El
corazón del sábado en la noche
(Tom
Waits bebe con Li Po)
El
viento baja del bosque. La luz del bulevar
baila
como una vela en el pretil de una ventana.
Cielo
tibio. Las montañas forman una corona
alrededor
de nosotros. Alguien habla de futbol
entre
el llano dormido del estacionamiento
y los
gritos que salen a la puerta del bar.
Por la
barra, las luces de colores
saltan
vasos vacíos,
como en
un juego de damas chinas.
La
música es un río tembloroso de estrellas.
Una
botella de vodka
hace
más transparente la luna.
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