Principio último de realidad
Un
bombardino, chistosísimo, la escalera de caracol
que conduce al camaranchón,
en
el altillo futón, luz estival
(perpetua) un corno inglés,
unos someros apuntes de
última hora en un cuaderno
de tapas negras, briagos
(viernes noche) en la sala
de casa bailamos un danzón,
mis muertos lo tarareaban,
son
triple de cornetas, una
de las llaves se atascó: no
pasa nada, descuida, el hecho
no implica mal agüero,
subamos, tálamo a la espera,
la
iré empujando por la grupa,
vuelta y revuelta caracol hasta
llegar (briagos) a la penetración:
estoy
chalado a fondo (una
perpetuación) por sus
membranas, recodos (peldaño
a peldaño penetrarla) jaranero
me desvío quién sabe qué
(¿adónde?): entresijos, ruecas,
un arcaduz largo (estrechísimo)
parece
interminable (se desea
interminable) ya voy: ya vamos,
unísono, de consuno darle otra
vuelta a la escalera caracol,
allá adentro.
En el
trigésimo quinto año de nuestra coyunda nos sentamos
a almorzar en otro lugar (final)
mal digerimos, poca luz entra
por la ventana en altos (allá)
el
aire fresco se vicia en los
pulmones, miramos y miramos
la
comida, bebemos agua seca
de manantial, una flor ocupa
el centro de la mesa (¿nombre,
constitución, sentido, destino,
se precisa explicación?): la
papa asada se enfría, a mi modo
de ver está sucia, ¿por qué no
empezamos por el postre?, una
pieza de casco de naranja en
almíbar gruesa, la pastilla para
la presión: atrás quedaron las
agudezas de la conversación,
la
risa inopinada, el sopetón
de
una carcajada, a bote pronto
la
coneja anhela al cabro, y qué
decir del cabro siempre dispuesto
a
sus cuarenta años, del cabro
edad provecta. Recogemos la
mesa. El almuerzo, deshidratado
y muerto, al latón de basura.
Guardamos en su perpetua
gaveta el mantel de hule a
cuadros blancos y negros,
una
ficha por mi mujer
(jaque) una ficha por mí
(nada y anuencia) nos
separamos: el agua corrió,
nos cepillamos la dentadura
otrora castiza, otrora aguas
floridas que circunvalaban
una ciudad ideal: se sienta,
queda, en la butaca de
la
sala, coloca los pies
(morados)
en un escabel,
amago acercarme (percatarme)
reconozco
el ruido del orín
en las fauces de la carcoma,
carcoma y orín una considerable
(abrupta) compenetración.
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