Decir lo ajeno
Somos los hombres sin
nieve
nacidos entre tormentas caniculares,
con las casas abiertas de par en par
y las retinas contraídas
frente al motín incesante de los colores.
nacidos entre tormentas caniculares,
con las casas abiertas de par en par
y las retinas contraídas
frente al motín incesante de los colores.
Eugenio Montejo
I
No es
mía la blancura
que hay fuera de la página.
que hay fuera de la página.
Acostumbrado
al mar, no puedo comprender
ese cristal que vuelve al árbol reverente,
que torna delicada su genuflexión glaciar.
ese cristal que vuelve al árbol reverente,
que torna delicada su genuflexión glaciar.
El
suelo me encandila, y sin embargo
voy dejando huella
sobre un plano que observo
con ojos asombrados.
voy dejando huella
sobre un plano que observo
con ojos asombrados.
Hoy
mienten los caminos, finge su aliento
el agua detenida que va quedando aquí
sobre lo níveo que —parece— lo soporta todo
y en verdad, como cualquier belleza
todo absorbe y consume:
el agua detenida que va quedando aquí
sobre lo níveo que —parece— lo soporta todo
y en verdad, como cualquier belleza
todo absorbe y consume:
Hoy no
he podido doblegar a la blancura.
II
…ni
escribir la transparencia. Mis herramientas
no han podido comprender el árbol de cristal, su sombra que es de luz
ni su capacidad de sepultarme en hermosura, de lapidarme
en su fragilidad.
no han podido comprender el árbol de cristal, su sombra que es de luz
ni su capacidad de sepultarme en hermosura, de lapidarme
en su fragilidad.
III
Alma
tranquila, horma, dura vena,
molde interior de la escultura de sí mismo
el árbol sigue allí,
molde interior de la escultura de sí mismo
el árbol sigue allí,
gotea.
Se va
tornando cada vez más árbol.
Todo
nos dice que la eternidad se acaba
y el silencio sigue allí,
y el silencio sigue allí,
cayendo.
Cincinnati, OH Enero
del 2009
De: “Nueva Nieve”
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