lunes, 12 de marzo de 2018

JOSÉ KAN





BABA O’RILEY

It’s only teenage wasteland…



Yo presencie
el día en que tu madre
mostró cual era la finalidad de este oficio.
Debo de confesar que su cuerpo
era el asedio de una revuelta popular muy noble.
Fue a su habitación
y al pasar delante de la cocina improvisada,
discretamente
arrojó sus ropas sobre la mesa.
Como una forma de incitar una revolución
y demostrar que en un principio
todo parte del silencio,
puesto que, en un estado germinal,
todos hemos sido seducidos
por la apetencia de estar destinados a algo muy grande.
Por alguna razón
aquella visión me lanzó al caos.
Marchando bajo los designios de la altura
y sin la necesidad de ser perdonado.
En lo profundo de mí,
nunca había dejado de ser un animal de casa.
Lo cierto es, que una vez que terminó,
se alzó y se acercó a mi
dejando una grieta en el mundo.
Tuve la impresión de que nos hallábamos
hambrientos de luchas y gracia. Canto y rebeldía.
Entonces llegue a la conclusión,
de que todos sin duda alguna,
en algún momento de nuestra ofrenda
hemos de dejar el asunto de una rebelión
en el reino de la metáfora.




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