"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 30 de junio de 2018
OSCAR STEIMBERG
Versos de madre
3 (no
hubo en ella saber)
Una
foto espléndida la muestra con su pequeña hija en la Plaza de Mayo,
o en la
del Congreso,
sentada
en el césped bajo su sombrero o capelina.
Amigos,
rodeada de palomas. Todo el sol, allí;
pero
una sonrisa que no sabe ponerse lejos.
El
saber es cosa de gente educada.
Y hay
gente que no se puede educar. Todo está armado
—al
Este y al Oeste—
para
que la culpa se cierna sobre ellos:
peste
de D’Amicis:
los
cómicos sin humor seguirán hablando eternamente de las madres judías
y no de
los capítulos de Corazón, por
los que todas las madres
terminan
siendo la madre de Franti: un sabandija, ella una santa estragada.
Medio
siglo después, el payador hubiera podido ubicar junto al D’Amicis,
en la
biblioteca encortinada de todo payador,
un
Barthes,
por el
que todas las Madres de Escritor son siempre unas Pequeñas Niñas.
ANDRÉS TRAPIELLO
Soneto
Ahora es noviembre. Un mes tranquilo. Llueve.
Acaso sea para mí la vida
este solo llover y esta dormida
parte del mundo eternamente leve.
Las sombras del camino que se aleja,
la iglesia y el zarzal, las telarañas
y este pensar en ínsulas extrañas
tan sólo por libar, como la abeja.
Dulce es la vida así, la miel amarga.
Es casi equivocarse estar seguro.
El arte es breve, mas la muerte larga.
Quizá me he confundido de pasado,
de presente tal vez y de futuro.
Quizá ya sólo sea lo soñado.
Ahora es noviembre. Un mes tranquilo. Llueve.
Acaso sea para mí la vida
este solo llover y esta dormida
parte del mundo eternamente leve.
Las sombras del camino que se aleja,
la iglesia y el zarzal, las telarañas
y este pensar en ínsulas extrañas
tan sólo por libar, como la abeja.
Dulce es la vida así, la miel amarga.
Es casi equivocarse estar seguro.
El arte es breve, mas la muerte larga.
Quizá me he confundido de pasado,
de presente tal vez y de futuro.
Quizá ya sólo sea lo soñado.
De: "El mismo libro"
PAUL CELAN
Sueño y sustento
El aliento nocturno es tu sábana,
la tiniebla se acuesta a tu lado.
Los tobillos te roza, las sienes;
te despierta a la vida y al sueño,
te rastrea en el verbo,
en el deseo, en las ideas,
duerme con cada una de ellas
y te atrae con halagos.
Te peina la sal de las pestañas,
te la sirve a la mesa,
les escucha a tus horas la arena
y la pone a tu alcance.
Y aquello que era cuando rosa era,
sombra y agua, te lo escancia.
El aliento nocturno es tu sábana,
la tiniebla se acuesta a tu lado.
Los tobillos te roza, las sienes;
te despierta a la vida y al sueño,
te rastrea en el verbo,
en el deseo, en las ideas,
duerme con cada una de ellas
y te atrae con halagos.
Te peina la sal de las pestañas,
te la sirve a la mesa,
les escucha a tus horas la arena
y la pone a tu alcance.
Y aquello que era cuando rosa era,
sombra y agua, te lo escancia.
De: "Amapola y memoria"
Versión de Felipe Boso
RUBÉN MÁRQUEZ MÁXIMO
XII
Llegaré al mar
encontraré tu cuerpo
el aroma de su arena
___________donde viajan las palabras
su vientre mar ardiendo
__________epicentro de penumbras.
Andaré
por su rocío
______________con mi boca
con el filo de mi lengua
__________________hendiré la transparencia
_______el precipicio de tus labios
hasta oír aquel cantar por dentro
_________________que se vuelve agua.
______________con mi boca
con el filo de mi lengua
__________________hendiré la transparencia
_______el precipicio de tus labios
hasta oír aquel cantar por dentro
_________________que se vuelve agua.
Buscaré
el delirio
____espiral de vello oscuro
_____música que viene
_______en la mirada_____a mar____abierto
____________y_____el espacio
__nebulante__ y___suave
____trascurrirá por la pintura.
____espiral de vello oscuro
_____música que viene
_______en la mirada_____a mar____abierto
____________y_____el espacio
__nebulante__ y___suave
____trascurrirá por la pintura.
Atraparé
el silencio
el frágil cauterio
_____que devora
__________lacerando
encendiendo el fuego las caricias
____el caracol y lo que oculta
_______________vacío malva.
el frágil cauterio
_____que devora
__________lacerando
encendiendo el fuego las caricias
____el caracol y lo que oculta
_______________vacío malva.
Llegaré
al mar
y en ti el mar suspira
___se levanta
cuando viene el aire
______y te vuelves un vuelo de nocturnos
_______apariencia de las nubes
__________más profunda que el silencio.
Llegaré a su sonido
______y besaré su cuerpo
_______cada nota
__________perdiendo las amarras.
y en ti el mar suspira
___se levanta
cuando viene el aire
______y te vuelves un vuelo de nocturnos
_______apariencia de las nubes
__________más profunda que el silencio.
Llegaré a su sonido
______y besaré su cuerpo
_______cada nota
__________perdiendo las amarras.
Llegaré
y te besaré
___donde se revela el mar enhiesto
_______mordiendo las cimas de la noche
_________los acuáticos jardines de magnolias.
___donde se revela el mar enhiesto
_______mordiendo las cimas de la noche
_________los acuáticos jardines de magnolias.
JORGE CADAVID
Teoría mínima de la distancia
Las burbujas
del
fondo del estanque
hablaron
del tiempo y lo visible
inseparables
hacedores
de la
distancia
Contemplaron
la lejanía
Meditaron
sobre los horizontes
que
rodean todo
y
dijeron que todavía
nada en
el mundo ha desaparecido
Nacen y
mueren
desde
el fondo del estanque
tantas
burbujas
y nadie
les hace caso.
ANGEL CRUCHAGA
Cuerpo
de la mujer, claro como un sollozo
que fulgura en la noche de granates dormidos,
zona de la esperanza, reseda del reposo,
hacia tus brazos van trémulos los sentidos.
que fulgura en la noche de granates dormidos,
zona de la esperanza, reseda del reposo,
hacia tus brazos van trémulos los sentidos.
Cuerpo
de la mujer, país de la alegría
que adivinamos con un deleite jocundo
desde tus hombros sube su marejada el día
y de ola en ola crea cada mañana el mundo.
que adivinamos con un deleite jocundo
desde tus hombros sube su marejada el día
y de ola en ola crea cada mañana el mundo.
Cuerpo
de la mujer, leche y luz en las venas;
aureola del tiempo, visión de las escenas
del pasado, de hoy... tú sabes sonreír.
aureola del tiempo, visión de las escenas
del pasado, de hoy... tú sabes sonreír.
En ti
cantan los árboles, los arroyos, las rosas.
Como el paso de un niño maravillas las cosas.
¡Y si eras como Dios no debieras morir!
Como el paso de un niño maravillas las cosas.
¡Y si eras como Dios no debieras morir!
viernes, 29 de junio de 2018
ROLANDO REVAGLIATTI
“Victim”
A la
luz del día más claro
nos
interceptan
y en la
noche
En la
propia casa
nos
interceptan
y en
las casas ajenas
En las
calles, en el trabajo
en las
bibliotecas nos interceptan
y en
los bares
Solos,
acompañados por las esposas
rodeados
por los amigos
o
abandonados por los amigos
nos
interceptan
A la
luz del día más claro
nos
anulan los victimarios
en una
celda.
En alusión a la película “VICTIM” (“VÍCTIMA”)
de Basil Dearden.
JUAN GREGORIO REGINO
A María Sabina
María
Sabina:
Tú eres
el alma de la sierra.
Diosa
de los cinco guardianes.
Vuela
tu espíritu
en las
tupidas montañas
que
arrullaste con cánticos
de
mujer sabia.
Mujer
principal.
Mujer
autoridad del trueno.
Mujer
guía.
Mujer
sendero del arriero.
Quiero
hablarte en el lenguaje del viento,
porque
es necesario que sepas:
que
mudo ha quedado el cerro,
que
huérfana has dejado a la semilla
y que
ya se marchita la flor.
Esa
flor herencia de tu estirpe,
la
musa, la poesía,
el canto
y la sabiduría.
Esa
flor diáfana como tu alma,
pura
como tu espíritu,
sabia
como tu ingenio,
soberbia
como tu pueblo.
Esa que
marcha ahora
en el
desnudo cielo.
En la
corriente brava
de los
lejanos mares.
Esa,
invoca tu espíritu,
tu
oración, tu palabra
tu
canto y tu nombre.
¡Sabia
María Sabina!
JORGE CHIESA
14
Soñar con un plato de comida y una cama
luego de un trabajo pesado
es todo lo que pido.
Dormir en el interior de un iglú,
junto al calor de los rescoldos.
Pasar una temporada aprendiendo de los esquimales
que viven en casas idénticas y encienden un único fuego.
De: “Un invierno ruso”
Soñar con un plato de comida y una cama
luego de un trabajo pesado
es todo lo que pido.
Dormir en el interior de un iglú,
junto al calor de los rescoldos.
Pasar una temporada aprendiendo de los esquimales
que viven en casas idénticas y encienden un único fuego.
De: “Un invierno ruso”
FRANCISCO MARTINOVICH
Vivos
la
gente tiene más hambre
la
gente tiene más frío
y poco
alimentan
promesas
de hojaldre
y poco
calientan
las
aguas del río
que va
hacia la muerte.
RAMÓN MARTÍNEZ LÓPEZ
Eternidad en la ausencia
Tú no
sabes,
pero yo
alguna vez lo he visto:
hace
parte de las cosas
que
cuando se están yendo
parece
que se quedan.
Andrea
Cote
Siempre
quisiste ser lluvia,
prolongación
de nube,
rocío
mismo
sobre
la verde hierba.
Yo, en
cambio, solo anhelaba ser camino
bajo
tus pies descalzos,
regazo
de tierra
para tu
cuerpo herido.
Siempre
quisiste ser río sin cauce,
sueño
impío y sobresaltado,
brizna
suelta de sueño
sobre
los tejados.
Yo,
sólo mano en tu cintura,
susurro
en tu oído,
Secuencias
de piel sobre el invierno
caricia
en tu espalda,
beso en
tu ombligo.
Imposible
abrazarnos:
Yo,
ceniza; Tú, agua.
Fragmento
de ti.
Sendero
no transitado.
Maldita
verdad la nuestra:
siempre
te estás yendo
aunque
parece que te quedas.
Sí.
Siempre quisiste ser lluvia.
Yo, al
menos, seré el camino
bañado
por tus aguas.
VÍCTOR A. JIMÉNEZ JÓDAR
La chica del vestido rojo
En el
cruce de calles
de
Plaza Damasqueros,
en la
terraza en cuesta,
junto a
la escalinata
que se
alza al Realejo,
sobre
un sillar de piedra
te
sientas en la esquina.
Yo
estoy sentado justo
enfrente,
acompañado
de unos
cuantos amigos,
en la
puerta de un bar.
Te
enciendes un cigarro
sentada
en el bordillo,
la
espalda en la pared.
Disimulado
miro
el
vestido que llevas
rojo a
lunares blancos.
La
sonrisa profunda
y
triste. La mirada
fija en
el horizonte.
La
melena morena,
esparcida
en los hombros.
¡En
flor la primavera
persiste
en tu hermosura!
Cierto
aire sencillo
se
acumula en tu ausencia.
Parece
que te yergues
vívida
ante la bruma,
valiente
en la discordia.
Tu
imagen se resuelve
revelación
pagana
y te
adentras conclusa,
locuaz
en el misterio.
El caso
es que hace un rato
me he
cruzado contigo.
Caminando
ibas cerca
de
donde caminaba,
de
manifestación,
junto a
los anarquistas.
Durante
unos segundos
me he
fijado en tu porte.
Ibas
radiante como
esta
revolución
que
inminente se forja.
Conversabas
alegre,
perspicaz
y atrevida.
Ahora,
el voluble azar,
ha
estimado volver
a
encontrarnos ajenos
uno del
otro.
Tú,
allí sentada.
Yo,
aquí en el bar.
Aunque
no te conozco
he
creído conocerte
desde
toda la vida
y he
querido escribir
el
testimonio
de tu
figura.
Justo
en ese momento
un
fotógrafo pasa,
y al
quedarse prendado
de tan
intensa imagen,
te
pregunta si puede
hacerte
algunas fotos.
Asientes
ruborosa.
No
posas. Sin embargo,
intuyo
que te encanta.
Pareces
ser consciente
de la
atención secreta
-simbólica
en la tarde-
que
despierta la estampa.
Se
despide el fotógrafo
agradeciendo
el gesto.
Al rato
llega un chico,
os
besáis sonrientes
y os
vais por la ciudad.
jueves, 28 de junio de 2018
YEHUDA HA-LEVI
WILLIAM BUTLER YEATS
Hay gris en tus cabellos;
los jóvenes ya no se quedan sin aliento
a tu paso;
acaso te bendiga algún vejete
porque fue tu plegaria
la que lo salvó en el lecho de muerte.
Por tu bien -que ha sabido de todo dolor del corazón,
y que ha impartido todo el dolor del corazón,
desde la magra niñez acumulando
onerosa belleza- por tu solo bien
el cielo desvió el golpe de su sino,
tan grande su porción en la paz que estableces
con sólo penetrar dentro de un cuarto.
los jóvenes ya no se quedan sin aliento
a tu paso;
acaso te bendiga algún vejete
porque fue tu plegaria
la que lo salvó en el lecho de muerte.
Por tu bien -que ha sabido de todo dolor del corazón,
y que ha impartido todo el dolor del corazón,
desde la magra niñez acumulando
onerosa belleza- por tu solo bien
el cielo desvió el golpe de su sino,
tan grande su porción en la paz que estableces
con sólo penetrar dentro de un cuarto.
Tu belleza no puede sino dejar entre nosotros
vagos recuerdos, recuerdos nada más.
Cuando los viejos se cansen de hablar, un joven
le dirá a un viejo: «Háblame de esa dama
que terco en su pasión nos cantaba el poeta
cuando ya su sangre debiera estar helada por los años».
Vagos recuerdos, recuerdos nada más.
Pero en la tumba todos, todos se verán renovados.
La certidumbre de que veré a esa dama
reclinada o erecta o caminando
en el primor inicial de su feminidad
y con el fervor de mis ojos juveniles,
me ha puesto a balbucear como un tonto.
Era más bella que cualquiera
no obstante tu cuerpo tenía una tacha;
tus manos pequeñas no eran bellas,
y temo que has de correr
y las hundirás hasta la muñeca
en ese lago misterioso, siempre rebosante
donde todos los que cumplieron la ley sacra
se hunden y resurgen perfectos. Deja intactas
las manos que besé,
por bien del viejo bien.
Muere el último toque de media noche.
Todo el día, en la misma silla
de sueño a sueño y rima a rima he errado,
en charla incoherente con una imagen de aire:
vagos recuerdos, recuerdos nada más.
vagos recuerdos, recuerdos nada más.
Cuando los viejos se cansen de hablar, un joven
le dirá a un viejo: «Háblame de esa dama
que terco en su pasión nos cantaba el poeta
cuando ya su sangre debiera estar helada por los años».
Vagos recuerdos, recuerdos nada más.
Pero en la tumba todos, todos se verán renovados.
La certidumbre de que veré a esa dama
reclinada o erecta o caminando
en el primor inicial de su feminidad
y con el fervor de mis ojos juveniles,
me ha puesto a balbucear como un tonto.
Era más bella que cualquiera
no obstante tu cuerpo tenía una tacha;
tus manos pequeñas no eran bellas,
y temo que has de correr
y las hundirás hasta la muñeca
en ese lago misterioso, siempre rebosante
donde todos los que cumplieron la ley sacra
se hunden y resurgen perfectos. Deja intactas
las manos que besé,
por bien del viejo bien.
Muere el último toque de media noche.
Todo el día, en la misma silla
de sueño a sueño y rima a rima he errado,
en charla incoherente con una imagen de aire:
vagos recuerdos, recuerdos nada más.
Versión de Hernando
Valencia Goelkel
JAVIER ACOSTA
[El yo es un poeta mudo]
Existen tantos
poetas en mí
que escribirían
poemas memorables
Yo los mantengo a raya.
poetas en mí
que escribirían
poemas memorables
Yo los mantengo a raya.
De: “Largo viaje al
presente”
CARLES RIBA
Como proa con ola,
como luz con el vidrio,
como amante y amada,
me encontraré contigo,
Esperanza, Esperanza,
tú adusta, yo firmísimo.
No sabré si es amor
o si una brava lucha;
si fasto o languidez.
Será la prueba pura,
Esperanza, Esperanza,
¡más allá, más ventura!
como luz con el vidrio,
como amante y amada,
me encontraré contigo,
Esperanza, Esperanza,
tú adusta, yo firmísimo.
No sabré si es amor
o si una brava lucha;
si fasto o languidez.
Será la prueba pura,
Esperanza, Esperanza,
¡más allá, más ventura!
Versión de José
Agustín Goytisolo
BLAS DE OTERO
Cuerpo de mujer
...Tántalo en fugitiva fuente de oro.
F. de Quevedo
Cuerpo de la mujer, río de oro
donde, hundidos los brazos, recibimos
un relámpago azul, unos racimos
de luz rasgada en un frondor de oro.
Cuerpo de la mujer o mar de oro
donde, amando las manos, no sabemos,
si los senos son olas, si son remos
los brazos, si son alas solas de oro...
Cuerpo de la mujer, fuente de llanto
donde, después de tanta luz, de tanto
tacto sutil, de Tántalo es la pena.
Suena la soledad de Dios. Sentimos
la soledad de dos. Y una cadena
que no suena, ancla en Dios almas y limos.
RICARDO MOLINARI
Oda a la sangre
Esta noche en que el corazón me hincha la boca duramente,
sin pudor, sin nadie, quisiera ver mi sangre corriendo
por la tierra:
golpeando su cuerpo de flor,
-de soledad perdida e inaguantable-
para quejarme angustiosamente
y poder llorar la huida de otros días,
el color áspero de mis viejas venas.
Si pudiera verla sin agonía
quemar el aire desventurado, impenetrable,
que mueve las tormentas secas de mi garganta
y aprieta mi piel dulce, incomparable;
no, ¡las mareas, las hierbas antiguas,
toda mi vida de eco desatendido!
Quisiera conocerla espléndida, saliendo para vivir fuera de mí,
igual que un río partido por el viento,
como por una voluntad que sólo el alma reconoce.
Dentro de mí nadie la esperó. Hacia qué tienda o calor ajeno
saldrá alguna vez
a mirar deshabitada su memoria sin paraíso,
su luz interminable, suficiente.
Quisiera estar desnudo, solo, alegre,
para quitarme la sombra de la muerte
como una enorme y desdichada nube destruida.
Si un día no fuéramos tan extraños, defendidos,
que oyéramos gemir las hierbas igual que un sediento
hábito peregrino,
limpios del humor sucio, corruptivo,
me cortaría las venas de amor
para que se escuchase su retumbar;
para vestir mi cuerpo solitario
de un larguísimo fuego delicioso.
Pero no ha de llegar nunca ese tiempo mágico,
como no llega la felicidad
donde no vive el olvido, una voz muerta,
apagada voluntariamente.
Ni mar ni cielo ni flor ni mujer: nada;
nadie la ha visto llevar su rosa vulnerable,
su desierto extraviado entre inútiles bocas.
¡Qué duro silencio la cubre!
Ya no sé dónde llega o la distrae la vida
o desea dejarla
desprendida.
Dónde se angosta su piel imposible,
su lento signo enigmático: llama de esencia sin despedida.
A través de la carne va llorando,
metida en su foso sin cielo,
en su noche despreciada,
con su lengua eterna, contenida.
Qué gran tristeza la vuelve a la vida sin cansancio;
al reposo, cerrada.
¡La muerte inmensa vela su sueño sin alborada!
Nadie sabe nada, nunca. Nada.
Todo es eso. ¡Ansiedad vuelta hacia dentro,
sorda, detestable; alejada!
Majestuosa en su mundo obscuro, volverá a su raíz
indefinida, penetrante, sola.
Tal vez un río, una boca inolvidable,
no la recuerden.
miércoles, 27 de junio de 2018
IRENE SÁNCHEZ CARRÓN
Infancia
Calles estrechas,
balón,
cristales rotos,
la rodilla escociendo sobre el suelo,
última fila en clase,
solitarias vocales buscando consonantes,
los números en serie bajo las uñas sucias
y un nombre escrito en todos los cuadernos,
en todas las paredes,
sobre tu propio aliento en el espejo,
tu mano en el alféizar alimenta a los pájaros
mientras repites
que España limita al norte con el mar Cantábrico
y alguien te clava espigas
en el jersey de lana.
Soñaba el corazón…
¡Oh sueños de la escuela!
Concha Méndez
Calles estrechas,
balón,
cristales rotos,
la rodilla escociendo sobre el suelo,
última fila en clase,
solitarias vocales buscando consonantes,
los números en serie bajo las uñas sucias
y un nombre escrito en todos los cuadernos,
en todas las paredes,
sobre tu propio aliento en el espejo,
tu mano en el alféizar alimenta a los pájaros
mientras repites
que España limita al norte con el mar Cantábrico
y alguien te clava espigas
en el jersey de lana.
De: "Ningún mensaje nuevo"
LEIDY BIBIANA BERNAL
Mudanza
De este
lado
no se
oyen sollozos
ni
pasos en la habitación.
Por la
ventana no entran ramas.
En la
pared no se estampan siluetas.
A ninguna
hora viene un perro a saludar.
En esta
cama no duerme un abismo.
La luz
no se apaga en mi rostro.
Aquí,
como allá, nadie dice mi nombre.
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