Martillo
Esta
voz, martillo blando, de cartón
zurcido
a hilos pobres, que golpea el vacío y no tu sueño,
es la
herramienta única
en el
taller de casa.
Su
brillo y peso se han marchado, como las semillas del diente de león
cuando
el aire pasa sobre ellas
y de un
tirón la desperdiga.
Aun
así, sobre tu hombro recuesto mí cabeza
y
susurro.
No lo
sabes, pero en tu sueño
hay un
leve martillar que te descubre
como si
la voz, perdida y todo,
jalara
la sábana y quedaras toda a la intemperie.
Llegamos
tarde. Yo a tu sueño
y tú a
mi tiempo. Pero la voz,
que se
aferra a la herrería del cuerpo,
decide
golpear donde estuviste.
He
regresado tantas veces a ese día; lo recorro a tientas
para
ver si entre sus pliegues
tu olor
persiste
como el
martillo de mi voz
que
golpea sobre la nada.
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