Descansa, papá
Ni siquiera la muerte
permanece
J.E. Pacheco
J.E. Pacheco
Descansa,
papá.
Cierro los ojos y te pienso.
Lo hago para verte sentado a la mesa
frente al vino, en la tarde larga
de música y risas. Cuando tu cuerpo
no era inerme y había danza en tus ojos.
Gritaré tu certeza,
aquella de instantes compartidos
ahora de todos y de nadie,
con su ruido y su silencio.
Con el vacío que abocarda
mis entrañas.
Mantén tu quietud que mi centro
es un relajo, un aquelarre solitario
sin tu voz.
Descansa, papá.
Siempre sabré donde encontrarte.
Cierro los ojos y te pienso.
Lo hago para verte sentado a la mesa
frente al vino, en la tarde larga
de música y risas. Cuando tu cuerpo
no era inerme y había danza en tus ojos.
Gritaré tu certeza,
aquella de instantes compartidos
ahora de todos y de nadie,
con su ruido y su silencio.
Con el vacío que abocarda
mis entrañas.
Mantén tu quietud que mi centro
es un relajo, un aquelarre solitario
sin tu voz.
Descansa, papá.
Siempre sabré donde encontrarte.
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