martes, 4 de septiembre de 2018

MARCIA RAMOS





mi cuerpo en una botella



Los labios se descarapelan adentro de la sal
de sus uñas aferradas en mi ombligo
cúspide: entrañas de los monstruos
quienes en el vacío de la aureola flotante
su desnudez se estrecha con mi habitación oscura.
Habitada como una rosa  decaída por la sombra del sol
abundan mis ramas hechas brasas en las nebulosas de sus ojos palpitantes.
Las cigarras se encienden como lirios salvajes cortan las fibras emocionales
atadas al corazón
blasfema de nombres.
Las mariposas envueltas
sangre sobre sangre
rodean mi pecho,
congestiones de recuerdos acarician la serpentina de mi pelo
cual monte arrulla su cadera silenciosa.
Nubes alborotan la ilusión de ser un pez volador por sus mejías de estrellas.
Me robo la inocencia de cesar en el entierro
de caer volando por la eternidad
espero el infierno de su despedida atroz
espero las leyes de los hombres caer sobre mi espalda de meteorito
como un niña que ve la nieve sobre su ropa disfrazada de ramera.
Mi cuerpo en una botella se deshila con precocidad
de una boca comiendo de mi boca
doy patadas sobre el anzuelo
me pulverizo
me ahogo
me pulverizo.
Las hadas en su pecho
me ahogo
Mi cuerpo en una botella invade la nostalgia de ser carne.

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