martes, 23 de octubre de 2018

BENJAMÍN VALDIVIA





La poesía es este ruido



La poesía es este ruido poderoso,
los crepitares de la recomposición de lo borrado indeleble.
Hisopo de la aspersión absolutoria de nosotros mismos,
tal extensión del agua en los túmulos astrales,
símbolo exacto y transcripción del día.
En sus cadenas de ignición
lo esclavizado se libera;
por sus labios enmudecidos un todo se proclama.
No puedes contemplar su rostro fijo
ni la vertiginosa sucesión de sus remolinantes hemisferios:
está más allá de ti, te sobrepasa y te expande
sin que puedas aludir en tu defensa cosa alguna.
Este volcánico recinto, los maremotos arteriales,
la flecha electrizada de lo que pudo haber sido un pensamiento.
Cada segundo. La globular comparecencia de ciclos infinitos,
voz de lo eterno, efímera luz que no hemos recordado.
Sobre los tiempos muertos restriega sus ensoñaciones plantígradas
y acota los entusiasmos del vivir próximo.
Es lo de aquí,
esto que miro sin saber, lo que se entiende
sin haber considerado.
Tu faz imita la gestura del vocablo,
la voz traduce lo profundo estremecido en los ojos del espejo.
Nunca vive su amor, siempre te alienta a continuar el mundo
del que te ha desterrado,
sonido que escuchaste alguna vez y ya nunca jamás.


De: “Los ojos del espejo”.


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