jueves, 25 de octubre de 2018

FABIÁN RIVERA





BREVE ACOTACIÓN EN VERSO,
donde se indican, entre otros milagros,
algunas desvirtudes del poeta



Escribo con un afán de médico frustrado e impaciente,
acecinado por el sueldo,
cirujano que soñó alcoholes y cuchillas,
que tiene bruta la pericia enredado en dos manuelas -o manuales-,
y un perro absuelto por las llantas, rigurosamente ilustrativo;

escribo esto aficionado por los puentes, por la voz que me hace falta,
torcido del tobillo izquierdo, del derecho,
caído en un septiembre, en este golpe de hemisferio;

escribo esto al escuchar a una mujer lejana, de piel atolondrada,
paralelo a las veredas de los hombres perdidos en un burdel de grasa,
hombres de voz negra que giran en sí mismos,
con rubor de espejo, con perruno dolo,

escucho en su carnet de musa a una mujer lejana:
___________________________hablamos ciertos metros y distancia;
hablamos del cuarto creciente de la luna,
su sindicato de admiradores y clientes
de mi boca menguante al tener sitiado el teclado y la pantalla;

la musa y yo hablamos ciertos metros y distancia
y ella me cortó el camino alegando aguijones en la panza:

antes que la tarde sea tarde,
antes que me olvide de ser este que soy y que te escribe
termino la breve plática que sostenía con el cristal lleno de pájaros y humo
y pienso convencido que te pienso:
______________________qué harás mientras yo escribo
qué harás si desde el techo soy el mismo,
si de nada sirve estar aquí, sin saber a qué saben tus labios
y la única respuesta de la tarde sea, que estoy en el octavo piso
esperando a que me sirvan la comida,
y el viento alborote mis cabellos
-esos cabellos que me sobran-
y visto desde abajo sea
un tonto más haciéndose el romántico
mientras el sol se estaciona en mi calvicie:



No hay comentarios:

Publicar un comentario