(casa)
Por la mañana derribaron esta casa.
Éramos vecinos del vacío.
Nada, ni un solo ruido,
pronunció al caer
su estoica arquitectura.
Aquella imagen ilumina mis altares
y reconozco, desde entonces,
que atesorar nuestro pasado ya no sirve:
la lujuria del concreto no perdona.
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