Te amo
Por ti.
Como si
parte de mi trabajo no fuera amarte
y
descansara
y mi
viejo rostro hace ya tiempo
no
acariciara tu nombre.
Como si
a este gastado rostro mío de siempre
no se
le devolvieran y le cerraran los rostros.
Por ti.
Como si
mi cuerpo de tanto sentir la dirección de tu cuerpo
olvidara
la distancia que hubo entre otros cuerpos
espacio
dea cero por el que fueron separados de la vida.
1972
Aquí
hace
difícil amarse como todo el mundo.
Amor
mío. Compañera. Mujer mía
esposa
mía.
Te amo
como el hambre, como la sed
como el
orden de mis manos;
porque
voy, por el sonido de mi voz.
Te amo
como la lástima con que mira un obrero
el
último pan de la mesa
que
ninguno de la familia se atreve a coger
y que
él dice: anden, coman.
Te amo
como recuerdo mi niñez
y las
palabras no acabadas de mis compañeros
contra
el pavimento
sus
últimas palabras
y los
310 genocidas que integraron el batallón Olimpia
la
tarde de Tlatelolco
y los
zapatos apretados
y la
desnudez de sus cuerpos estirados en las charolas de lámina
de los
frigoríficos
y
porque estoy frente al amor
por ti
lamiendo
su sombra demasiadamente.
Tu
amor.
Te amos
de rodillas, con terror
como un
hombrecillo que muerde el nombre
o los
hechos
y lo
visto;
un
hombrecillo recargado en la vida,
rezumando
en su brazo y sus palabras
las
horas fúnebres y la violencia
de sus
días
pero
sin cesar de exclamar y de vivir.
Yo.
Sostenme
esposa, compañera
por las
marchas juntos y las pancartas
por los
micrófonos forjándose, y las plazas
y las
movilizaciones militares mercenarias.
Por los
uniformes redondos de manchones rojos
y las
escaladas
y los
arrasamientos campesinos
y por
nuestros hijos durmiendo en sus mismas sábanas
limpias
de amor y de pobreza.
Por sus
sonrisas al llegarnos y su despertar de pillos
por mi
camisa y mi pantalón negro
y mi
bufanda triste para no estallar mi garganta.
Siénteme
esposa, compañera.
Reconóceme.
Por los
días de hacer el amor y respondernos la sangre.
Por el
primer surco abierto el primer día.
Por tu
silencio como la lucha más firme y resuelta.
Por
este país nuestro que nos duele a diario
como el
filo de la bayoneta a 9 cm
retenido
aún por mi muslo izquierdo.
Por las
municiones oficiales de octubre y junio
que nos
cercaron
y
hallaron eco en los que sólo tenían ya un cuerpo
de
mujer
de
viejo
de
niño.
Por
esos muertos amor nuestros
por
celdas, presidios, torturas y cráneos marcados.
Porque
defendemos la vida y nuestra lucha.
Porque
estamos ciertos de que somos un solo combatiente.
Por los
días de muerte que esperan a nuestro pueblo
a
nuestros hijos.
Te amo,
esposa, compañera.
Acéptame
de siempre.
Por las
ideas, el hospital, tu arte, los gemidos de la sala de labor
los
dibujos de 5 años de tu hijo
el
saber que me siguen
y mi
sudor de noche de encontrar el espanto en nuestra casa.
Te amo
esposa, compañera.
Te amo
por tus
muslos y tu espalda y tus senos
recorridos
como topografía prevista para la represión.
Porque
nos amamos desde antes de nuestras manos juntas
y
después de nuestras tumbas por separado.
Porque
te beso en cada rebelde de América
y en
cada esperanza mexicana.
Te amo.
Yo te
amo esposa, compañera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario