domingo, 9 de diciembre de 2018

ANDREA CABEL GARCÍA





The Manza tibia code



INCLINADA y sin cualidades, mi espalda te agradece
Se encorva y disuelve todo el control del universo:
tus tendones y mis nervios, arpegios escogidos para unirse
Y cantar dolorosas sentencias, dolorosas despedidas,
dolorosas bienvenidas
A mi también me duele toda esa belleza
La del lunar de Carmen en tu pierna derecha
La de la forma de tus orejas cuando no encajan en la rutina

La de la mirada dios que no tiene piedad conmigo, ni contigo,
ni con ellos.

Sentarnos sería bueno, entonces.
Colocar un banco y una silla, dejar al gato sentarse también.
Sentarnos sin aspiraciones de postres dulces
o de constelaciones heridas
Solo abrir un sobre amarillo y colocarlo en agua tibia
Y dejar que el azúcar se vaya.
Sentarnos para que la tarde caiga despacio
sin hacer demasiado ruido

Y contar los aretes en una oreja, o en otra
Y darle nombres a nuestra relación: estrella, luna, noche, infierno, paraíso, nostalgia, bipolaridad, taquicardia, incendio, toxica receta de galletas de nuez, darle nombres
Y buscar palabras, y buscar relleno en una empanada
Llenar los formularios mientras silbamos
Ver que el sol en el minuto siete u ocho de la tarde se hace rojo,
se hace naranja
Cogernos las pestañas y morder fuertemente nuestra lengua
No decir lo prohibido
No decir sin azúcar, no tan caliente, no tan llena
Dejar que la taza sea una taza y que las palabras sean eso, nada más.

Dejar morir, dejar todos estos cuadernos, todas estas rayas que suben y bajan, dejar la decepción y la agonía, dejar de lado el carnaval de la mentira, dejar las botellas sin alcohol porque las dos, las dos tenemos el mismo diagnóstico: the manza code at six.
Y no soñar demasiado esta vez.
Dejar ir a la mujer que señala la cometa, o a la otra que se borró la cara, que borró todas sus señales, para no soñar demasiado y para mantener todavía estos discos que aunque abiertos, aun la sostienen.



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