Padre
Al
final de la calle,
crece
el árbol amarillo.
Como
ecos del tronco,
las
raíces brotan de sus ramas:
son
líneas de sol,
cuerdas
desde el cielo.
Sus
hijos lo habitamos amorosamente,
en
nosotros pájaro y simio y flor se reconcilian.
Trepamos
por las ramas
y
luego, como frutos, caemos,
inmaduros,
audaces;
caemos
y
volvemos a subir,
como
semillas que germinan en la luz.
El
amate es un papalote:
Grita
uno de nosotros
y
los nacidos de su sombra
tomamos
con fuerza las raíces.
Unos
se asen a la tierra,
se
hunden en la madre del árbol.
Otros
se mecen, chocan,
trenzan
las tardes como lianas.
Todos
amarramos, tal vez,
un
vuelo de catástrofe.
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