Diagnóstico reservado
Pedro enfermó. Se perdió en
las medicinas. Hizo terapia de dolor con sus recuerdos. Resistió y convaleció
junto a nuestras fotografías veladas.
Volvió tarde a nuestro abrazo
bíblico. No nos negó. Nosotros lo negamos más de tres veces. Y los gallos
siguen cantando. Quiso recuperar el tiempo perdido, pero ya aquel tiempo pasado
fue peor.
Ha vuelto como el
pródigo y nosotros hemos enfermado.
Nuestra enfermedad no la cura
el olvido ni los antibióticos. Pedro nos coloca heridas en la sal y paños
remojados de recuerdos en la frente que marchita.
No sé si mañana amanezcamos.
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