Poema para los hermanos de paso
El
recuerdo es un lobo al acecho que devora toda mítica
esperanza.
Fuimos
magos, amigos, nahuales nocturnos
que
bebieron y lloraron de golpe
las
estrellas fermentadas en el fondo
de
una copa.
Me
fui hace tanto de mí,
que
literalmente creí haber huido
por
completo de aquellos que siguen
y
ya no están.
Las
promesas son siempre un pretexto
para
atar los pies de quien se resiste
a
las llagas punzantes del olvido.
Ya
no hacemos que hacemos
ahora
que no estamos.
Fuimos
imanes; polos opuestos
que
guardaron distancia fotográfica
en
el archivo entrañable de un escenario
sin
teatro.
El
alma se templa
y
el hielo se quiebra.
No
hay gloria más digna de perdonarse
a
uno mismo,
que vivir sin rencor.
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