Exhumación de la Madre
No,
Madre, no estás piedra sin palabras en la tumba.
Tu
cadáver aún sabe a beso.
Tu
vientre es una llaga en llamas
que
alumbra cuando Dios se apaga.
No,
Madre, no estás en el fondo de los perros.
No
cupo tu nombre en las fosas que dejó el olvido.
Aún
hay saliva de la luna en tu cadera.
Aún
hay ceniza de tu hueso cada viernes.
He
visto tu evangelio carcomido por la culpa.
He
visto la luz a rastras en los templos del castigo.
Urge,
Madre Nuestra, que regrese tu regazo,
que
nos salves del humo,
y
del aliento que madura con el trueno.
Urge
que nos laves la duda con la duda misma
que
nos quites del ojo estos buitres del noveno mandamiento.
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