Las horas escondidas
Clavaron
la poesía en el nombre de una calle
el
tiempo todavía era ave de sol amanecido
la
edad una piedra redonda
atascada
en el mismo paisaje
El
verde en realidad se llamaba mito
los
corceles: hebras doradas de la velocidad
y
esta vez el invencible océano
no
devolvía olas por diamantes
No
había oda para el desfile de jirafas en la tiniebla
el
lecho deslumbrante del ojo desvelado
la
caída del pánico ante un día de verano
el
cauce de una lágrima y la continuidad del naufragio
Clavaron
la poesía en una cruz
y
por un tiempo
el
mundo giró sin nombre
a
puertas cerradas
sin
germinación ni instinto
Escribíamos
penitentes en las orillas negras del agua
sobre
extensas telarañas de polvo y ceniza
Con
algo hay que llenar los sueños
Ahora
una pluma huérfana busca escalera y martillo
jura
liberar las palabras incendiadas
bautizar
esta tierra con su sangre negra
la
tinta tenaz
intérprete
de las horas escondidas
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