Con su aleteo haciéndose a sí misma
Ángel Crespo
El rayo que acaricia las paredes. La mañana
que inicia su lenta melodía de compás
sin estruendo.
El
calor que amanece sobre la piel dormida.
La
garra, la gangrena.
La
cálida eclosión de los contornos,
esa explosión sin límites,
hacia un pozo desnudo y sin salida.
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