Olas
La
integración de experiencias sucede, viene y se inscribe en el sonido, en sus
capas justo caben las extensiones del cuerpo, de mi cuerpo.
Bailan
los contornos del silencio, del tick en el ojo, el hormigueo de la tensión
cervical que baja por mis brazos y se acumula en mis manos sudadas que
sostienen el vacío.
Aquí
está todo lo que dicen que nunca he dicho
en
reacciones alérgicas que no se curan con medicinas, en nuevas arrugas que no le
pertenecen a nadie pero tampoco vinieron solas. Trago saliva en vez de decirte
que cada vez que te acercas, me alejo
que
cada vez que me alejo es porque permito las distancias que cavo y excavo en la
orilla de la playa.
Recuerdo
que no podemos, no deberíamos; ya mucho he comulgado desde el vacío
en un esfuerzo por descifrar los ruidos
pierdo mi voz de nuevo
en
el mar y las olas
que revientan y arrastran
las piedras, el pasar de los meses
las acomodan y el pie abajo
la mirada al frente, el oído
escuchando las voces que resuenan
en el impacto de los meses de lluvia.
Es
el mar que avisa el cambio
de temporada de luces y sombras
con ojos delicados que miran y evaden
lo que entreteje el malecón, una voz feroz
de la que quiero aprender.
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