miércoles, 3 de marzo de 2021

SERGIO LOO

 

 


 

Su cuerpo en un extremo y el mío en el otro de la cama,
tensos. Ojos en blanco. Manos tensas palpan
el cuadriculado silencio emergido
donde antes, apenas unos días,
pliegues de sábanas eran,
para nosotros,
laberinto amurallado
vuelto jardín.
Hace apenas pocos días que mi centauro cuerpo en el suyo no se pierde
porque
hace algunos días,
entre frases mal tiradas, puestas en jaque por sí, noté
el hilo de un extraño internado entre sus piernas.
Hace apenas unos días enrocados
entre el “Es tarde, hablamos luego”, que nuestras miradas
párvulas
avanzan
casilla
a
casilla,
esquivas
para no comerse.

 

Sobre blanca sábana, cada vez más breve,
atrincherados cuerpo a cuerpo en un lecho que clama guerra,
nos mantenemos quietos, con las miradas paralelas, rumbo al techo.
Cuidadosos,
porque cada palabra
son dieciséis piezas ennegrecidas contra el otro.

 

Quietos y cuidadosos, buscando la quinta torre para ahí guarecernos, buscando
el movimiento menos contundente.

 

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