martes, 8 de junio de 2021

ROLANDO COSTA

 

 

 

El río

 

 

Tenues destellos dorados que de onda en onda y rumor en rumor toman forma y se condensan; un cuerpo oscuro, casi azul, sale a la margen; se tiende entre raíces y sobre el húmedo césped saluda a través del follaje al límpido cielo. Única, la flor roja cae en su pecho. Acaricia raíces: yo soy el río, y te amo.

Regocijo, quisiera inclinarse y responderle en su modo de él, con la ternura cósmica de que es capaz, que ella sabría recibir su amor; pero no puede. Tal es la quietud, tan dormida la brisa que cada hoja, una a una, permanece inmóvil y callada; sin embargo, dulcemente acogido, apoyado en raíces, el cuerpo, ebrio de fragancias, reposa. Si tan solo pudiera —y parece presentirlo— darse cuenta él de su amerante presencia; ahora… Tantos siglos… Tantos siglos… de rozarle el alma… Parece en ocasiones que va a mirarla; y solo acaricia ramas. Inclinado al borde de sí mismo, nostálgico, envuelto en los susurros aromados del follaje solloza el dulce aturdimiento. Y ahora, allí, abierto al mar: ya no podrá seguirle. ¿En algas y corales…? Mar tranquilo…

El último salto. Denso dolor y cierta alegría. Ha llegado. El último salto y disolverse de onda en onda y rumor en rumor; disolverse, irse disolviendo; alejarse… Ha saltado, zambulle su forma irrecuperable… Si la descubriese allí, cimera ya en las desnudas rocas; si la descubriese él mientras se disuelve; si a él llegase, todavía destellos y casi espuma, esa última flor que las olas arrojaron a la playa (satánico rechazo del mar) y que, en los pies de un niño que inocente y cruel la arrastra, desaparece… Si la hubiese descubierto cuando de savia en savia se le ofrecía… Si no hubiese llegado…

No sabe el niño qué dolor experimenta al contemplar aquel árbol deshojado, ramas secas, asido apenas a las rocas e inclinado sobre el mar; ese mar… ¿Volverá a su nahual? Es un dolor que trasciende y transmuta; es un dolor que está allí en esa flor que entre sus dedos aún existe. Es un dolor que está allá, en todo ese mar. Es el dolor de más allá de los horizontes. Es el dolor de las estrellas. ¿Cómo llegar? El dolor va hacia el dolor; hubo navegantes que no conocieron el mar. Y el nahual no volverá.

Yo soy un río, murmura.

Y se interna costa adentro, hacia las montañas.

 

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