A
mediados de julio
De
nada sirven ya
las hojas en blanco
ni las pequeñas violetas
escondidas bajo el musgo.
A través de noches invernales
clausura el cielo
su áspera penumbra
y se deshacen límites
sin brújula en la mañana.
Correrán ardillas
entre la maleza
y estallarán de pronto
castañas maduras
sobre las brasas. Inmóviles momentos
permanecerán aún
dentro de una corteza
indestructible.
Pero no arderán las rosas
en el fuego nocturno.
Sólo el viento del alba
conoce el recorrido
de los astros
y el contorno secreto
de cada palabra.
De Plantas y espejismos
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