Emisiones
nocturnas
Lo
contenido pugnó, pugnó toda la noche,
pegó
con su cabeza tercamente
hasta
cuartear el vidrio.
Metió
sus muslos en muslos de otros,
abrazó
la cascada.
Se
oyó el chisporroteo de un pimiento al asarse,
la
explosión de la sal en el vientre del sapo.
Al
despertar la ropa estaba húmeda.
Volvía,
pero de dónde.
Emisiones
nocturnas las llaman los libros.
Como
si se tratara de programas de radio,
de
una voz presa durante la noche
hablando
para nadie
desde
alguna estación muy lejana.
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