Presencia
Tu
presencia vale más que todos los delirios.
Conozco
del hombre su raíz envenenada,
de
la rosa su espina, de la ilusión el tedio, del aroma el hedor.
El
mar, Homero: todo lo mueve el amor,
cantaba
Osip Maldeshtam en su jaula de horror.
El
sol se apoya tímido sobre los rascacielos.
Es
invierno, ya sabes, preludia un ocaso de hojalata gris.
Girasoles,
abedules y una triste balalaika;
se
arrodilla un frente frío, se abalanza una ilusión.
¿Adónde
estás, poesía? ¿Adónde, libertad?
Mientras
pueda el iracundo amordazar un verso
yo
no voy a entender el sentido de escribir.
De:
“Torrente sanguíneo”
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