Nazim
Hikmet conversa con la humanidad
Cuando
yo nací, los dolores eran tan normales
como el viento;
la muerte tan normal como las piedras y sombras
la alegría,
al igual que los cigarrillos y cerillas en las estaciones de gasolina,
estaba prohibida.
El silencio fue una medalla
en el pecho de cualquier poeta cobarde.
Las palabras fueron cuchillos buscando
la garganta de sus denunciadores.
Luego vine e incendié
las raíces del miedo
y sembré las nubes del amor
en los vientos de las estaciones.
En el país del hambre y la sequía
hice de mi poesía el río de los perfumes
y maldije un siglo
en el que los poetas son capturados, por el miedo,
en las trampas del oro y el dinero,
en el que las aves son capturadas, por el hambre,
en varias trampas y lazos.
En las montañas, en valles y llanuras
exclamé:
Oh mi hambrienta patria
te amo y te amo,
aquí estoy arando esta tierra
con mis pestañas
convirtiendo en granjas y huertas
donde crecen flores rojas y hermosos poemas
para los niños del mundo venidero
un mundo de paz, amor y libertad.
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