Jabberwocky
Era
la queda, por entre las ondas
Las morenas lucían sus colores.
Las ninfas en el rio, en el solar las pacas,
Refocilábanse. Un chambergo picaba caracoles.
—
Del Jabberwocky debes cuidarte, hijo.
¡La garra que desgarra; la quijada que come!
Evita al pajarraco. Y guárdate, hijo
Del basilisco y del lugar que él ronde
Con
firme mano empuña la tizona;
Hacia el monstruo feroz, valiente corre;
observa y reflexiona, tras el tronco.
De un sicómoro enorme.
Y
mientras permanece pensativo,
Viene el dragón rugiendo por el bosque.
Despide llamaradas por los ojos,
Y el cuello se le hincha como un odre.
Y la
tajante espada,
Mandoble tras mandoble,
Corta de un tajo al monstruo la cabeza
Que cual trofeo, ante su madre expone.
— Al
Jabberwocky has dado muerte, hijo?
y temo que la alegría me trastorne!
¡Recorchos! ¡Caray! ¡Dame un abrazo!
¡Qué día tan feliz! ¡Eres un hombre!..
Era
la queda, por entre las ondas
Las morenas lucían sus colores.
Las ninfas en el rio, en el solar las pacas,
Refocilábanse. Un chambergo picaba caracoles.
¡Lejos,
adorado pensamiento!; no heriréis mi alma de nuevo.
El trabajo reclama mis noches en blanco, mis días agobiados;
si bien el recuerdo de una noche llena de sol
todavía me acosa y me mira,
¡cuando solitario recorro mis calles!
Nota:
Lewis Carrol, seudónimo de Charles Lutwidge Dodgson
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