Cuestión de tiempo
Retornas
apoderándote de mis viejos calcetines y es
firme tu asidero en el diseño de la lana.
En cuestión de horas ya tienes revisados mis hábitos
de siempre, el ínfimo itinerario de mis cosas
diarias y con todo has decidido castigarme poniéndome
en los ojos tus ácidos sostenes. Yo castigo
es el verbo que conjugas de memoria: tú me castigas
y haces otra vez girar el tiempo para detenernos a mirar
tal vez cualquier puesta de sol,
sin saber a ciencia cierta quien naufraga o quien devora.
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