Nadie lo conoce
Abridor
de cartas. Lo oí perfectamente
aquí en mi hueco, al lado de la cerveza.
La
mujer de la bikini roja piensa
que yo sería un magnífico abridor de cartas.
Chik
chik chik y a leer se ha dicho.
Cuentas y revisticas. Y la nota de despedida
que
el tipo que vino la semana pasada con ella
bostezando le va dejar sobre la coqueta
cualquier
mañana de éstas. Por poco me aplasta
cuando se tiró en la arena y ya era tarde,
y
como ya no había nadie, la agarró y se dio banquete.
Chik chik chik, pero ninguno de los dos —muertos de risa—-
se
enteró que aquí abajo estaba Cangrejo, con miedo
y hundiéndose. Por suerte la arena me acomoda.
Se
parece al lenguaje. Lo único que no hay que abrir
nada para leerla. Nadie te la tiene que dejar.
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