El
miraje
Rival
de las gloriosas Atalantas
inspiradoras de himnos sobrehumanos,
que mi imperial tristeza desencantas
al tenue roce de tus blancas manos.
Si vinieras a mí, como otras tantas
vinieron y pasaron, -sueños vanos-
y lloraran, tus ojos soberanos
al ver mi corazón bajo tus plantas;
aunque mimaras mi orfandad esquiva,
como una joven águila cautiva
enferma de nostalgias indecibles,
vieras, en medio de los sumos goces,
absortas, las pupilas que conoces
en siderales mundos de Imposibles…
No hay comentarios:
Publicar un comentario