Mudanza
Primero
fueron las viviendas de protección oficial,
las
hipotecas basura, los alquileres en pisos compartidos.
Fueron
los coches de segunda mano,
el
deseo y las ciudades,
las
puertas que se cerraban por falta de experiencia.
Después
fue la vida en pareja,
y
casi al mismo tiempo el final de la juventud.
Diez
años en los que el vigor y el sexo
continuamente
fueron reprimidos
por
la escasez y el dinero,
por
la sucesión continua de trabajos
que
no daban ni para pagar el alquiler.
Diez
años o quizá algo más,
aunque
antes sobrevino la expansión del cuerpo
y el
esplendor del lujo.
Sucedieron
los viajes y el derroche,
y
durante un tiempo las visitas a los restaurantes
a lo
largo de los fines de semana.
Después
vinieron los unifamiliares,
los
niños y los monovolúmenes.
Un
espacio más grande porque tras la ostentación
que
produce la ausencia de compromiso
de
pronto todo empezó a quedarse pequeño.
Entonces
fueron los jardines y las piscinas comunitarias.
Fueron
las comidas en familia, las barbacoas,
las
colas del Burger King.
Fueron
las sesiones de spinning, las pistas de tenis,
las
hipotecas de los hijos.
Un
espacio más reducido porque de repente
todo
empezó a quedarse grande.
Entonces
fueron otra vez los apartamentos,
los
descuentos del supermercado,
los
años que son distancia
aunque
la vida siempre sea igual.
Para
poder entenderla,
siempre
trascurre al menos entre dos verdades.
De:
“Street View”
No hay comentarios:
Publicar un comentario