Piedad de arena
para Jorge Nunes
Las
arenas humillan la entereza
y acarrean el desdén del tiempo,
levantan en el aire el minucioso ardor,
el mordisco plural, el óxido reseco.
Son
cómplices irónicas del deterioro en ciernes,
del ojo lastimado y la desdicha lenta,
pero en su vocación de descalabro ceden
a la debilidad de perdonar a veces.
Así
pues, son piadosos los retratos de arena,
son melancólicos, sí, mas borradizos,
no dan tiempo a advertir los estragos del tiempo
porque se esfuma su materia equívoca.
Y al
dañar, las arenas no ladran ni se ensañan;
insisten, sí, pero con displicencia.
No son como la hiedra o como el pulpo
que se aferran y llevan a la asfixia.
Simplemente se asoman en enjambres,
bailotean, interpretan su música taimada,
desgastan y se van.
De: “Habitar el instante”
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