Procura
agua de pozo, halla alivio en un pozo — es un acto cabal, agua de pozo para
refrescar la cara, lavar unas manzanas. Hay prisa por continuar. Tras una
curva, en la distancia, se dibuja Ramala. Entra en la ciudad, hace una
pregunta, con el estómago vacío acepta el agrio pan de la derrota. Palabras
puntuales que brillan en su filo, palabras que escapan por una hendidura. Se
sabe extranjero, un poeta venido de lejos, quizá equidistante observa la
situación — sin hablar la lengua presiente significados, ecos que golpean en el
centro del lenguaje, nada que no sepa de antemano, aunque el resultado es un
secreto a voces. Se desviste y se ducha, el espacio es una desmesura, fuera lo
espera un enigma por resolver, rehace el trayecto al cerrar los ojos para recomponer
las faltas. Sabe que ha de plantear su pregunta, elige para la ocasión la frase
correcta, la palabra se eleva entre las piedras, se cubre de gloria, piedras
blancas, piedras afiladas, las quiere palpar, ¿será que lo recuerdan a él?,
¿cómo lo puede dudar?
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